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alta de la escalera y lanzó su célebre
y escalofriante carcajada que tan
buenos resultados le había dado
siempre. Una puerta se abrió
enseguida. Era la señora Otis que,
en bata, se asomó para decir:
—Creo que usted está enfermo,
aquí
tiene el jarabe quitadolores.
Seguramente tiene una indigestión
estomacal, esto lo curará muy bien.
El fantasma la miró enfurecido,
pero al oír los pasos de los gemelos
desapareció rápidamente.
Durante varios días estuvo enfermo
de coraje; tanto, que no salió de su
escondite, excepto para continuar
poniendo la mancha sobre el piso.
Después de cuidarse por varios días
para reponerse, el fantasma decidió
asustar a la familia por tercera vez.