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Reconoces y aplicas los principios de la herencia
Cromosomas gigantes
Durante mucho tiempo los investigadores han utilizado la mosca de la fruta,
drosophila
melanogaster
, como modelo para numerosos experimentos de genética. Esto se debe a
un asombroso descubrimiento que hicieron en los años 30: los cromosomas de las glán-
dulas salivales de las larvas de estas moscas son de los más grandes que existen.
Miden aproximadamente medio milímetro, que es más de 100 veces la longitud de los
cromosomas de las células somáticas de una mosca adulta. Otra peculiaridad de estos
cromosomas es que tienen bandas que varían en ancho y estructura; es posible recono-
cer diferentes regiones del cromosoma por el patrón de esas bandas, lo que tuvo gran
valor para establecer los primeros mapas genéticos.
Hoy en día se conocen las secuencias genéticas de 12 especies de moscas de la fruta, y
la comparación de dichas secuencias ha permitido identificar nuevos genes y otros ele-
mentos funcionales del genoma, datos que podrán usarse para entender otros genomas,
incluyendo el humano. A pesar de que el genoma de la mosca de la fruta es 25 veces más
pequeño que el nuestro, muchos de sus genes controlan las mismas funciones biológi-
cas. Ello ha permitido realizar descubrimientos relacionados con la biología molecular,
la biología celular, la neurobiología, el origen de varias enfermedades genéticas y los
ciclos circadianos, entre otros.
Debido a la velocidad de reproducción de estas moscas (de huevo a adulto en 10 días, a
25°C), es posible seguir el efecto de las mutaciones a través de varias generaciones y se
pueden encontrar varios tipos de moscas mutantes.
Proyecto Genoma Humano
El Proyecto Genoma Humano se inició en el año 1990, con el propósito de establecer la
secuencia de nucleótidos de cada uno de los 30,000 genes humanos. Gracias a la coope-
ración internacional entre científicos y a los avances en las técnicas de secuenciación, en
el año 2003 se anunció el primer “borrador” de la secuencia completa del ADN huma-
no. La secuencia incluye 5% de genes que codifican proteínas y genes reguladores, pero
también amplias zonas (25%) de material genético aparentemente sin sentido, es decir,
sin función de codificación, y 35% de secuencias repetidas, lo que se denomina “ADN
basura”. Conocer el genoma humano es importante en el desarrollo de la genética clí-
nica para aplicar terapias génicas, detectar y tratar padecimientos de origen genético o
multifactorial como el cáncer, la diabetes o la enfermedad de Alzheimer. Paralelamente
al propósito de secuenciar el genoma humano, se estableció la necesidad de disponer de
una amplia base de datos sobre las secuencias de ADN de otros organismos, como el ra-
tón (su genoma es del mismo tamaño que el nuestro) y otros cuyos genomas son mucho