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Redactas prototipos textuales
Actividad 9
Instrucciones:
Lee el siguiente texto. Utiliza un diccionario para buscar el signi
¿
cado
de las palabras que desconoces y realiza los ejercicios que se solicitan.
El gesto de la mentira
Todos hemos mentido alguna vez, el que dice que nunca ha mentido, “miente”. A menudo decimos
mentiras “santas”, depende de la situación, una vez para tener paz en nuestro entorno, ya sea en
casa o en el trabajo, con nuestros hijos o en nuestra relación, por mil motivos mentimos para una
mejor convivencia. ¿En qué medida es conveniente decir mentiras “inofensivas”?
A veces hay situaciones en las cuales nos vemos obligados a mentir un poco o por el contrario a
decir la verdad. ¿Cómo se puede saber si el otro miente, o si nos dice la verdad, y de qué manera
esto se re
À
eja en nuestro rostro y lenguaje corporal?
Por una vez que mentimos o robamos o hacemos un donativo o ayudamos a alguien, no por eso
somos un mentiroso o un ladrón o un santo o una persona muy noble o muy respetable.
Por ejemplo, si en una entrevista no queremos contestar la verdad, primero nuestra mirada se aleja
de nuestro interlocutor y empezamos en muchos casos mirando el suelo. Alejamos más o menos
nuestro cuerpo de la otra persona, hablamos más lentamente de lo normal y nuestras palabras no
suenan
¿
rmes y el que observa bien, sabe, ve y nota, que algo ocultamos.
Todas estas situaciones nos pasan alguna vez en nuestra vida y no por eso nos dejan una huella
en el rostro o el cuerpo. Por ejemplo si en una cueva cae una gota de agua durante algunas
horas a la tierra, seguramente después de unos días ya nada. se verá igual. En cambio, si esta
gota de agua cae durante meses o años, se formará un pequeño montículo en la tierra, pues lo
mismo sucedería si constantemente mintiéramos y engañáramos a alguien. Este comportamiento
dejaría una huella desagradable en nuestro rostro. A quien no ha practicado o estudiado la psico-
¿
sonomía le será muy difícil reconocer este gesto.
Hay algo muy claro, no podemos mentir sólo con los ojos, lo hacemos conjuntamente con nuestra
boca. Algo se tuerce ahí, tanto en la mirada como en la boca y a veces también en la nariz. Para
saber si estamos en lo cierto tenemos que saber si la persona ha tenido una operación estética o
un accidente o cualquier golpe en el rostro, por si acaso.
Respetando todo lo dicho anteriormente, el gesto de la mentira se ve en los ojos. La mirada
no suele ser ni franca ni abierta, sino en posición oblicua. La boca suele torcerse también, el
semblante en su totalidad se torna muy negativo. Obsérvese por ejemplo el cuadro de la última
cena; allí el pintor Leonardo da Vinci, quien sin duda fue un pionero en el estudio del rostro y en
la expresión del ser humano, pintó a Judas de una manera perfecta: todo en su rostro hablaba de
traición y mentira.
Fuente: Hetzel (2001).
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