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Lee más cuentos del Conejo y el
Coyote en
El Coyote tonto
, de Felipe
Garrido, donde hay otra versión de este
cuento, y once cuentos más. Puedes
encontrarlo en tu Biblioteca de Aula o
en tu Biblioteca Escolar.
El Coyote sentía que el corazón se le iba
a reventar: por el esfuerzo, y por el coraje
que le daba que el Conejo le ganara
siempre. Cuando ya se acercaba al lugar
donde el sol se oculta, saltó el Conejo,
como siempre.
—¡Al sur, coyotito! ¡Allá te espero!
El Coyote corrió más rápido que nunca.
“Si gano este trecho, gano la carrera”,
iba pensando, y sentía cómo su larga,
esponjada, brillante cola se agitaba al
viento. De nada sirvió. Cuando llegó,
encontró al Conejo y a la Coneja, que
se veían uno al otro con enorme amor
y que estaban rodeados por muchos
otros conejos, todos casi casi idénticos.
Estaban sentados a una mesa larga
larga. Cada uno tenía una servilleta
al cuello y empuñaba tenedor y cuchillo.
Veían al Coyote con ojos de hambre. Una
enorme cazuela estaba puesta al fuego.
—¡Bienvenido, Coyotito! —le dijo el
Conejo—. ¡A la cazuela!
Pero el Coyote salió corriendo y por
muchos días nadie supo dónde estaba.