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—¡Ábreme la puerta! ¡Ábreme la puerta o
soplaré y tu casa tiraré!
Pero el segundo cerdito no la abrió y el lobo
sopló y sopló, y la cabaña voló por los aires.
Asustados, los dos cerditos corrieron
y entraron en la casa de ladrillos de su
hermano. Pero como el lobo estaba decidido
a comérselos, llamó a la puerta y gritó:
—¡Ábreme la puerta! ¡Ábreme la puerta o
soplaré y tu casa tiraré!
Y el cerdito trabajador le dijo:
—¡Sopla lo que quieras, pero no la abriré!
Entonces el lobo sopló y sopló. Sopló con
todas sus fuerzas, pero la casa no se movió.
La casa era muy fuerte y resistente.
El lobo se quedó casi sin aire. Aunque
estaba muy cansado, no desistió. Trajo una
escalera, subió al tejado de la casa y se
deslizó por la chimenea.
Sin embargo, lo que él no sabía es que los
cerditos habían puesto un caldero con agua
hirviendo en la chimenea. Entonces, al bajar
por el tiro, el lobo cayó al agua caliente.
Dio un enorme grito y salió corriendo para
nunca más volver.
Cuento tradicional
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