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El rey se quedó sorprendido de la
contestación de la niña y avergonzado
de no poderle contestar se metió co-
rriendo y después de pensar y pensar se
le ocurrió que como la niña era muy po-
bre le convenía mandar a un negro que
le paseara la calle gritando que cambia-
ba uvas por besos.
La niña, que nada se imaginaba, tan
pronto como oyó al negro salió a su en-
cuentro y le dio el beso que pedía a cambio
de las uvas. A la mañana siguiente que
salió a la ventana a regar la maceta, el
rey ya estaba en el balcón y luego que
la vio le dijo: “Niña, niña, tú que riegas la
maceta de albahaca, tú que le diste el
beso a mi negro, ¿cuántas hojitas tiene
la mata?”.
A la pobre niña le dio tanto coraje que cerró la ventana y
se metió decidida a no volver a regar la maceta.