Condiciones como las preferencias
sexuales, la discapacidad o el
origen étnico contribuyen a hacer
un mundo diverso.
Si observas a todas las personas que se encuentran a tu alrededor,
lo primero que notarás son las diferencias que destacan visualmente
como la edad, la talla, el color de piel y el género masculino o feme-
nino.
Si te detienes un poco más y miras con mayor detalle, probablemente
encontrarás otras características relacionadas con los orígenes sociales,
étnicos y culturales y que se expresan, por ejemplo, en las costumbres,
en la lengua o idioma que hablamos, en los tipos de comida, festejos,
bebidas, expresiones musicales, en las creencias, formas
de vestir, hablar y actuar.
También están las di-
ferencias relativas a la orientación y
preferencias sexuales. Existen otro tipo de
diferencias que son parte de la personalidad de cada sujeto como las
destrezas físicas, las distintas capacidades y habilidades sociales, las
diferencias producto de una discapacidad visual, intelectual, motriz y
auditiva, de trastornos generalizados del desarrollo como el autismo,
así como con aptitudes sobresalientes. Otras se originan por alguna
enfermedad que requiere atención especial, como el VIH/sida.
El abanico de posibilidades es muy amplio. Todas deben tomarse en
cuenta al analizar qué sucede con el derecho a la igualdad en las rela-
ciones que establecemos diariamente en los distintos espacios de con-
vivencia, más allá del entorno familiar y si las instituciones que forman
parte de nuestro país protegen, defi enden y promueven el respeto a
las diferencias.
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