d) La jarana
La
jarana
también es una derivación de los sonecitos indígenas y mestizos en
combinación con la música
andaluza
. Se baila sobre todo en la
región sureste de
nuestro país (Campeche, Tabasco, Yucatán y Quintana Roo). La jarana consta
generalmente de dos partes repetidas; su tiempo es ternario y su movimiento vivo y
marcado. Tiene dos variantes: la valsada en 3/4 y la zapateada en 6/8.
La jarana valsada tiene el aire de la jota aragonesa y la solemnidad de las danzas
indígenas. La coreografía de la jarana enfatiza las extremidades inferiores,
particularidad que la distingue de la jota y del zapateado español; el tronco del
bailador permanece erguido, al grado que se da el lujo danzar con un objeto en la
cabeza. Los brazos van ligeramente elevados, mientras que los dedos chasquean
imitando las castañuelas, lo que recuerda a los bailadores de jota.
Conciertos didácticos, Ballet Folklórico del estado de Yucatán. Director Menalio Garrido, 2002, Fototeca
CENIDI-Danza, Fondo Instituto de Cultura de Yucatán, en
Catálogo fotográfico. La escenificación del
folklor. Danza mexicana
(1921-2003),
México, CONACULTA/INBA/CENART, Biblioteca digital CENIDI-
Danza, 2004
e) El huapango
El
huapango
es el baile tradicional característico de la región huasteca de nuestro
país en la que confluyen los estados de Tamaulipas, San Luis Potosí, Querétaro,
Hidalgo, Puebla y Veracruz. Sus antecedentes se encuentran en el
fandango
español
y a la fecha algunos de los nombres originales de estos bailes aún se conservan:
Malagueña, Petenera, Rondeña, etcétera.
Al igual que numerosos sones de nuestro
país, muchos de los huapangos se inspiran en nombres de animales: el caimán, el
toro, el perico, etcétera.
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