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Lewis Carroll. “Una merienda de locos”, en
Alicia en el País de las Maravillas.
(fragmento)
Página: http://www.guiascostarica.com/alicia/a1/cap07.htm (recuperado el 19 junio de 2007)
—Nuestras tres hermanitas estaban aprendiendo, pues, a dibujar —siguió el Lirón, bos-
tezando y frotándose los ojos, porque le estaba entrando un sueño terrible—, y dibuja-
ban todo tipo de cosas.
.. todo lo que empieza con la letra M.
..
—¿Por qué con la M? —preguntó Alicia.
—¿Y por qué no? —preguntó la Liebre de Marzo.
Alicia guardó silencio.
Para entonces, el Lirón había cerrado los ojos y empezaba a cabecear. Pero, con los pe-
llizcos del Sombrerero, se despertó de nuevo, soltó un gritito y siguió la narración:
— .
..lo que empieza con la letra M, como matarratas, mundo, memoria y mucho.
.. muy,
en fín, todas esas cosas. Mucho, digo, porque ya sabes, como cuando se dice “un mucho
más que un menos”. ¿Habéis visto alguna vez el dibujo de un «mucho»?
—Ahora que usted me lo pregunta —dijo Alicia, que se sentía terriblemente confusa—,
debo reconocer que yo no pienso.
..
—¡Pues si no piensas, cállate! —la interrumpió el Sombrerero.
Esta última grosería era más de lo que Alicia podía soportar: se levantó muy disgustada
y se alejó de allí. El Lirón cayó dormido en el acto, y ninguno de los otros dio la menor
muestra de haber advertido su marcha, aunque Alicia miró una o dos veces hacia atrás,
casi esperando que la llamaran. La última vez que los vio estaban intentando meter al
Lirón dentro de la tetera.
—¡Por nada del mundo volveré a poner los pies en ese lugar! —se dijo Alicia, mientras se
adentraba en el bosque—. ¡Es la merienda más estúpida a la que he asistido en toda mi
vida!
Mientras decía estas palabras, descubrió que uno de los árboles tenía una puerta en el
tronco.
—¡Qué extraño! —pensó—. Pero todo es extraño hoy. Creo que lo mejor será que entre
en seguida.
Y entró en el árbol.
Una vez más se encontró en el gran vestíbulo, muy cerca de la mesita de cristal. “Esta
vez haré las cosas mucho mejor”, se dijo a sí misma. Y empezó por coger la llavecita de
oro y abrir la puerta que daba al jardín. Entonces se puso a mordisquear cuidadosamen-
te la seta (se había guardado un pedazo en el bolsillo), hasta que midió poco más de un
palmo. Entonces se adentró por el estrecho pasadizo. Y entonces.
.. entonces estuvo por
fin en el maravilloso jardín, entre las flores multicolores y las frescas fuentes.
ANEXO 2