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Las estadísticas señalan que la mayoría de las veces, son las niñas las que sufren de abuso sexual,
especialmente por una persona conocida y cercana a su familia. Debido a la relación de confianza que
existe entre quien abusa y los adultos cercanos al niño, niña o adolescente, cuando se enteran de lo
que está sucediendo, les es difícil creer que sea verdad, e incluso piensan que todo es invento o
producto de su imaginación.
Pero un niño o niña de tres o cinco años no puede inventar algo así, porque no tiene consciencia, de lo
que es el sexo, tal como lo ven los adultos. Lo que sí puede es distinguir entre una caricia que le
demuestra afecto y otras que lo hacen sentir mal e incómodo. Por eso es importante que si alguien
cercano a nosotros un (a) hermano (a), primo (a) o amigo (a) nos dice que le están haciendo “cosas”
que no le gustan,
siempre debemos creerle
y decirle que
lo que está diciendo tiene valor para
nosotros y que desde luego va a ser protegido.
Esta es la
regla número uno para prevenir el abuso
sexual
.
Para reflexionar
…
La madre de una niña de siete años de edad, abusada, comentaba: “cuando me enteré por Viviana
(su hija) de lo que le hacía el padre (su marido), me pasé varios días sin dormir. Lloraba y buscaba
razones para convencerme de que no había pasado nada. Buscaba algún hecho, algún detalle que
me permitiera creer que no era cierto.
Me decía que yo nunca dejaba a la niña a solas con él; que él sería incapaz de cualquier cosa, menos
de eso, quizá Vivi se había confundido
…
Una semana después tuve que aceptar la realidad. Ahora
después de todo lo que pasé, me pregunto, ¿por qué resulta más fácil encontrar razones para no
creer?”
Irene V. Intebi (1998),
Acoso sexual infantil
, p.25.
En grupo comenten lo siguiente:
¿Por qué la madre de Viviana se resiste a creer lo que su hija le dijo?
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¿Qué pasaría con Viviana, si su madre no le hubiera creído que su padre estaba abusando de ella?
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Afortunadamente, en el caso anterior la niña venció su miedo, para expresar a su madre la situación
que estaba viviendo.
Quiénes han vivido una situación de abuso sexual, se sienten avergonzados y muchas veces piensan
que lo que les pasó es porque son malos. Pero no es verdad, ¡el abuso no fue su culpa! El saber que no
está solo les ayuda a sentir menos vergüenza y soledad.