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Los mordientes se han usado por miles de años, en una estrecha relación con los tintes vegetales. De
hecho, ciertos tintes requieren mordientes específicos. Comprender el funcionamiento de estas
sustancias permite manipular las características de los tintes para obtener una mayor variedad de
colores. Un mismo tinte reacciona diferente con cada mordiente, cambiando los tonos e intensidades.
Antiguamente se utilizaba sal, vinagre, crémor tártaro, soda, hierro, cenizas de madera, orina y
estiércol. Posteriormente, se usaron
taninos
, arcillas, rocas trituradas y algunas plantas. En
nuestro país se empleaban cenizas, lengua de vaca, hojas de aguacate, corteza de nogal y
guamúchil.
En el proceso de experimentación se observó que el metal de los calderos, actuaba como
mordiente en el momento de la tinción, siendo más efectivos los fabricados de aluminio, hierro,
cobre y estaño. Sin embargo, con este método, la cantidad de sales metálicas que se liberan no se
pueden controlar, lo que varía la uniformidad de los colores obtenidos. Una ventaja de aprovechar
este fenómeno es que no pone en riesgo a los tintoreros ya que muchas sales metálicas puras que
se utilizan hoy como mordientes son muy tóxicas.
Entre ellas, destacan las sales de aluminio, cobre
y
estaño,
las
cuales
se
disuelven
en
agua
caliente, separando el metal de la sal para
posteriormente unirse a la fibra y permitir que se
fije el tinte.
El uso de mordientes en el trabajo con tintes
naturales debe considerar seriamente para conocer
cuáles pueden utilizarse en el proceso de teñido, sin
que sean nocivos para el ambiente o para los
tintoreros. El uso de estaño, la sosa cáustica y otros
resultan más dañinos que un tinte químico común.
Según el tipo de fibra que se vaya a mordentar se deben tener en cuenta algunas consideraciones
específicas:
Evitar que las fibras de origen animal reciban temperaturas altas o que permanezcan mucho
tiempo en contacto con el mordiente.
Las fibras de origen vegetal pueden exponerse a altas temperaturas y mantenerse por largo
tiempo en el mordiente.
Cada mordiente da una tonalidad específica. Un mismo tinte trabajado con diferentes mordientes
permite obtener una gran variedad de colores.
Además de ayudar a que los colores sean más firmes y resistentes a la luz solar, los
mordientes pueden modificarlos. En algunos casos les dará más brillo o viveza, en otros
oscurecerlos o transformar el color original en uno nuevo. Por ejemplo:
El material del que están hechas las ollas puede modificar los colores.
Las moléculas del mordiente se adhieren a las
fibras y los tintes al mordiente.