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ESPAÑOL
III
se burló de mí y me dijo, “ese trabajo es para hombres,
es sucio y rudo”
.
—¿Y ahora es distinta su opinión?
—Sí, ha cambiado. Especialmente la de mi papá. Ya
hice varios trabajos junto con él. Está contento y me
felicitó, pues le enseñé cómo hacer ciertas cosas de un
modo mejor y de mayor calidad.
—¿A qué se dedica él?
—Mi padre es albañil empírico, aprendió el oficio de
mi abuelo.
Clara nos cuenta que es una de los siete hijos de un
albañil de Tecoh, Yucatán, que al principio también
rechazó la idea de su hija. A él le hubiera gustado que
alguno de sus varones lo ayudara en el oficio, pero ellos
optaron por otras actividades.
—¿Y este trabajo es mejor que el que tenía usted
antes?
—Sí. Ahora gano dos o tres veces más en mi oficio de
plomería. Ya hice trabajos en Tecoh, Umán y Mérida,
donde instalé tres baños completos y tres tinacos, y
realicé diversas reparaciones.
Cuando le preguntamos sobre sus compañeras en los
cursos de la Fundación, Clara nos comentó que algunas
tuvieron que enfrentar el rechazo de sus padres, her-
manos o esposos, que creen que las mujeres pierden el
tiempo en los cursos porque son oficios que no pueden
desempeñar. Y también nos dijo que ellas les han
demostrado lo contrario.
—¿Piensa continuar con esta ocupación por mucho
tiempo?
—Sí, claro. Algunas compañeras ya nos estamos orga-
nizando para trabajar juntas. La gente piensa que
nosotras somos más responsables que los hombres,
porque nos gusta el detalle, llegamos temprano y no
nos emborrachamos.
Y si los hombres ven con pasmo ese avance, si todavía
hay mujeres que consideran que ellas no deben pisar
ese terreno, entonces su escándalo será mayor cuando
se enteren que algunas de ellas se organiza para for-
mar grupos de trabajo y ofrecer sus servicios. Una
cuadrilla trabajará pronto en Ciudad Caucel.
Uso del discurso
indirecto para
reportar la voz
del entrevistado
Resumen
de algunas
respuestas del
entrevistado