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Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.
A la voz de “¡barco viene!”,
es de ver
cómo vira y se previene
a todo trapo a escapar.
Que yo soy el rey
del mar,
y mi furia es de temer.
En las presas
yo divido
lo cogido
por igual.
Sólo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.
Sentenciado estoy a muerte.
Yo me río;
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena
colgaré de alguna antena,
quizá, en su propio navío.
Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo
del esclavo
como un bravo sacudí.