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También ha habido otro tipo de pareceres, y algunas per-
sonas y grupos han reconocido que el grafiti es una acción
popular, principalmente practicada por jóvenes que tienen
algo que expresar a la sociedad, dar su opinión acerca del
mundo donde viven y compartirla con los demás. De ahí que
hayan surgido varias iniciativas y políticas públicas para grafi-
teros: promoviendo el rescate de inmuebles abandonados,
preparación de exposiciones en museos, en estaciones del
metro, concursos de bocetos, eventos de carácter nacional e
internacional. Poco a poco se han abierto algunos canales y espa-
cios para el grafiti y, lentamente, tanto las autoridades como la
ciudadanía en general, están dejando de ver a los grafiteros co-
mo vándalos o delincuentes. Quizá te habrás enterado de cómo
quedó la barda del Estadio Azteca o que el Instituto Nacional
de Bellas Artes trajo a México la exposición de Jean Michel
Basquiat, uno de los grafiteros más reconocidos en el mundo.
Además, los chavos grafiteros han
encontrado otras formas para plasmar
sus obras, pues ante el reconocimiento
de su trabajo van encontrando perso-
nas que están dispuestas a ceder espacios
para que realicen sus piezas con toda
seguridad. La comunicación entre los
grafiteros y la población en general,
tanto de boca en boca, como a través de
redes sociales, blogs y foros, ha permiti-
do que los interesados en obras, piezas
y grafitis puedan llegar a acuerdos con
los propios artistas. Para esto, muchos
integrantes del movimiento grafitero
publican y exhiben sus obras en medios
electrónicos.