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BLOQUE II
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Todas las mañanas compro el periódico y todas
las mañanas, al leerlo, me mancho los dedos con
tinta. Nunca me ha importado ensuciármelos,
con tal de estar al día con las noticias. Pero esta
mañana sentí un gran malestar apenas toqué
el periódico. Creí que solamente se trataba de
uno de mis acostumbrados mareos. Pagué el
importe del diario y regresé a mi casa. Mi espo-
sa había salido de compras. Me acomodé en mi
sillón favorito y me puse a leer la primera pági-
na. Luego de enterarme de que un
jet
se había
desplomado, volví a sentirme mal; vi mis dedos
y los encontré más tiznados que de costumbre.
Con un dolor de cabeza terrible, fui al baño, me
lavé las manos con toda calma y, ya tranquilo,
regresé al sillón. Cuando iba a tomar mi cigarro,
descubrí que una mancha negra cubría mis de-
dos. De inmediato retorné al baño, me tallé con
zacate, piedra pómez y, fnalmente, me lavé con
blanqueador; pero el intento fue inútil, porque
la mancha creció y me invadió hasta los codos.
Ahora, más preocupado que molesto, llamé al
doctor y me recomendó que tomara unas vaca-
ciones, o que durmiera. Después, llamé a las of
-
cinas del periódico para elevar mi más rotunda
protesta; me contestó una voz de mujer, que
solamente me insultó y me trató de loco. En
el momento en que hablaba por teléfono, me
di cuenta de que, en realidad, no se trataba de
una mancha, sino de un número infnito de
letras pequeñísimas, apeñuscadas, como una
infnita multitud de hormigas negras. Cuando
colgué, las letritas habían avanzado ya hasta
mi cintura. Asustado corrí hacia la puerta de
entrada; pero, antes de abrirla, me Faquearon
las piernas y caí estrepitosamente. Tirado boca
arriba descubrí que, además de la gran cantidad
de letras-hormiga que ahora ocupaban todo mi
cuerpo, había una que otra fotografía. Así estu-
ve varias horas hasta que escuché que abrían
la puerta. Me costó trabajo hilar la idea, pero
al fn pensé que había llegado mi salvación.
Entró mi esposa, me levantó del suelo, me
cargó bajo el brazo, se acomodó en mi sillón
favorito, me hojeó despreocupadamente y se
puso a leer.
Tiempo libre
Guillermo Samperio,
Cuentos breves
latinoamericanos
,
México,
SEP
-
CIDCLI
, 2002, pp. 98-99.
Forma equipo con tus compañeros y
localicen en la Biblioteca de Aula cuentos
de misterio o de terror.
Lee cada uno de ellos e identifica las
semejanzas y diferencias respecto al
manejo de los recursos que producen
suspenso. Puedes tomar como ejemplo
los siguientes.