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Azucena
: ¿Qué voy a tomar mal si no me trajo
nada para tomar? Ni agua me trajo.
..
Mozo:
Si usted me pide que la tienda yo no sé qué
traerle.
Azucena
: Señor, por favor, entienda: no le pido
que me tienda, ¡sino que me atienda!
Mozo:
¿Y por qué no empezó por ahí? Si usted no
es clara yo no la puedo atender.
Azucena
: ¡Señor, sepa que yo no soy Clara! Nunca
fui Clara ni lo voy a ser. A mí me llamaron siem-
pre Azucena.
Mozo:
¿A mi cena? ¿Quién la llamó a mi cena?
Azucena
: ¿A su cena? Nadie me llamó a su cena.
Mozo:
Pero ¿en qué quedamos? ¿No acaba de
decir que siempre la llamaron Azucena?
Azucena
: ¿Y a la cena de quién quiere que me lla-
men? Señor, ¿por qué no termina con esta escena
y se ocupa de mi cena?
Mozo:
Señora, no la entiendo.
Usted dijo que la llamaron a
mi cena, y acá la que viene a
cenar es usted, no yo. Yo estoy
trabajando de mozo.
Azucena
: Sí, de mozo.
.. demos o.
.. demos o.
.. otra
oportunidad a esta situación. Mire, ¿por qué no me
trae algo para comer?
Mozo:
Cómo no. ¿Le gustaría como entrada probar
unos tomates rellenos?
Azucena
: Podría ser. ¿Están buenos?
Mozo:
Claro, son tomates de quinta.
Azucena
: ¡Tomates de quinta! ¡Lo único que
faltaba! ¡Y lo dice tan campante! Señor, sepa que
si vengo a un restaurante es para que me sirvan
comida de primera, no de quinta.
Mozo:
Pero, señora, justamente, son tomates de
quinta, excelentes.
..
Azucena
: (
Se levanta y se acerca a la puerta
) ¡Qué-
dese con su entrada, que yo prefiero la salida! ¡Mal
educado! ¡Vaya a ofrecer sus tomates a otro lado!
Telón
Adela Basch, “La cena de Azucena”, en
Entre los hielos y los
cielos
, Buenos Aires, Guadal, 2010.