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¡Hola, Iván!
Te escribo desde Valencia, ¿cómo estás? Hace tiempo que no te conectas, ¿recibiste mi
último correo?
La última vez te contaba que me encanta encontrar estudiantes de diferentes países
en mi escuela. Por ejemplo, tengo una compañera que es de Marruecos y otro que vive en
Rusia, ambos están aprendiendo a hablar español.
De vez en cuando nos sentamos juntos para comer, nosotros les invitamos paella o fabada
y ellos traen comida típica de su país que les preparan en su casa, como el cuscús marroquí,
hecho con bolas de harina acompañadas de verduras, o la sopa rusa solianka, que lleva
pescado, pepinos y limón, sabe un poco ácida, pero es un platillo que se sirve todo el año.
Disfruto mucho el intercambio de ideas, gustos y actividades que tenemos en la escuela
con los estudiantes de otras comunidades. Creo que asistir a una escuela con este tipo de
diversidad cultural me hace sentir muy afortunado.
J
Contesta pronto.
Javier