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—No tenemos centavos —dijeron
los envenenados—, pero pagamos
con leña, pagamos con plátanos.
—¿Quién corta la leña? Quién
corta los plÁtanos? —dijeron los
marineros.
—Llevo un viaje de chanchos a
Los Chiles y si me entretengo se me
mueren sofocados —dijo el capitÁn.
Cuando los de la lancha bajaron a tierra sólo
ayes oyeron. Las dos familias que vivían en la isla,
desde los viejos hasta las criaturas, se estaban
muriendo envenenadas. Se habían comido una res
muerta picada de toboba.
—¡Llévennos a Granada! —les dijeron. Y el
capitÁn preguntó:
— Quién paga el viaje?