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—Yo tengo en casa —dijo otro aldeano—.
Voy por ella. Por fin el aldeano trajo la carne y se
la agregaron a la sopa.
Mientras la sopa terminaba de cocinarse,
varias personas de la aldea se acercaron para
preguntar a los viajeros si cualquiera podía hacer
sopa de piedra.
—¡Claro que sí! —afirmaron Iván y sus
compañeros . Sólo se necesita agua, piedras
y un poco de hambre.
Luego de un rato aquella sopa empezó a oler
realmente delicioso. IvÁn les dijo a los aldeanos:
¡Qué piedras m²s ricas hay en esta aldea!
La sopa va a quedar muy sabrosa, ¿por quÉ
no traen todos su plato y así compartimos
esta nutritiva sopa?
Todos los aldeanos disfrutaron de una rica
cena mientras Iv³n, Boris y Mikolka comían
y contaban historias sobre los lugares lejanos que
habían visitado.