Una tradición o costumbre puede y debe cambiar cuando impide o pone
en peligro la salud, la libertad o el trato justo, respetuoso e igualitario
hacia algunos de los miembros de la sociedad. Estos cambios hacen
posible que perdure la vida social armónica y progrese éticamente la
sociedad.
Puede ser costumbre, por ejemplo, que las niñas realicen las labores
domésticas, o que los niños abandonen la escuela para trabajar; sin
embargo, tales usos deben cambiar, pues se afectan los derechos básicos
de las personas.
Las sociedades y las personas pueden mejorar cuando sus costumbres
son más democráticas y la educación está extendida, pues se reconocen
y respetan los derechos de las personas. La formación ciudadana ayuda a
que mejoren nuestros modos de vida y progresen las sociedades.
Es importante identificar cuando, por tradición o costumbre, se aplican
tratos injustos y poco igualitarios por los cuales alguna persona pueda ser
discriminada o maltratada. Ese trato debe cambiar.
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