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para quienes iban a pie. Otro en el río de Tonalapa
y Tecomatlán, compuesto con lo mismo que el
anterior: la diferencia era que éste descansaba
sobre dos pilares de montones de piedras y arena.
El río de Ahuhuepan, durante el temporal de aguas,
tenía un puente de bejuco amarrado de unos
palos a ambos lados del río, sirviéndole de pie una
especie de enrejado formado del mismo bejuco.
En la misma región Norte, en el distrito de
Hidalgo, que se dividía en las municipalidades de
Taxco, Iguala, Tepecoacuilco, Huitzuco y Cocula,
el principal camino era el que iba de Acapulco
a México. Éste, al igual que los demás, podía ser
transitado por personas y bestias de carga, pero no
por carruajes.
En la región de La Montaña los caminos tenían
las mismas características. El camino que iba de
Ometepec, en la Costa Chica, hacia La Montaña, fue
objeto de reparaciones con la intención de hacerlo
carretero, es decir, apto para vehículos; además, se
tenía la intención de alargarlo hacia el interior del
departamento de Puebla.
En la Costa Grande, la situación de los caminos
era semejante a la de la mayor parte del territorio
guerrerense, únicamente transitables por personas
y animales y, en ciertas temporadas, inaccesibles.
Durante nueve años, la regencia de la ciudad de
México cobró peajes por el tránsito del camino de
Acapulco, que le dejaba buenas ganancias. En 1842
Antonio López de Santa Anna expidió un decreto
que aprobaba la apertura de un camino carretero
de nueve a 10 varas de ancho, desde la ciudad de
México hasta el puerto de Acapulco y otros que
desde Acapulco recorrieran la Costa Chica y Grande
hasta internarse en los departamentos de Oaxaca y
Michoacán.
A pesar de todos los esfuerzos, el camino continuó
en un estado lamentable que hacía imposible el
tránsito y transporte de mercancías.
¿Sabías que…?
Los caminos se encontraban en cerros
elevados, barrancas profundas y
pedazos muy fangosos en donde la
mano del hombre no era suficiente para
componerlos.
Ciudad Altamirano.
Hacienda San Juan Bautista.