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Tras las huellas de Hidalgo
La Navidad de 1810, los habitantes de Guadalajara despertaron con
la noticia de que el virrey Félix María Calleja había decidido tomarla
por asalto. El rumor causó mucha alarma. Hidalgo y su numeroso
ejército permanecieron en la ciudad hasta el 14 de enero de 1811,
día en que salieron rumbo a Zapotlanejo para esperar al Ejército
Realista que mandaba Calleja. Las fuerzas encabezadas por
Miguel Hidalgo se enfrentaron al ejército realista en el puente de
Calderón, cercano a Zapotlanejo y fueron derrotados.
Los jefes insurgentes escaparon hacia el norte del país, pero
fueron apresados y condenados a muerte en Chihuahua, estado
donde fueron fusilados el 26 de junio de 1811. Tras un juicio,
Miguel Hidalgo corrió la misma suerte. Poco después, las tropas
realistas recuperaron San Blas, ocasionando la muerte del cura
José María Mercado. Por su lado, el cura Calvillo, después de
continuar un tiempo con la rebelión, terminó perdiéndose en
la Sierra Madre, en la región norte del actual estado de Jalisco.
No tardaron en aparecer nuevos brotes de insurgencia: primero
Gordiano Guzmán en el sur de la Intendencia; y luego Pedro
Moreno junto con el
liberal
español Francisco Javier Mina en el
noreste lucharon durante los años de 1816 y 1817.
El éxito mayor lo vivieron los indígenas de la isla de Mezcala en
la laguna de Chapala, que fueron capitaneados por Encarnación
Rosas y el señor cura de Ocotlán, Marcos Castellanos. No
entregaron las armas hasta 1816, cuando el gobierno español les
“Hidalgo” de Primitivo Miranda.