BLOQUE IV
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La siguiente descripción de personas y costumbres da detalles
acerca de cómo era la vida cotidiana en el entonces distrito militar.
El maestro ciego y los incendios en Tepic
Tuvo el pequeño Amado un maestro de música ciego. Su sutileza
era tal que cuando entraba en una habitación, sabía inmediatamente
si en ella había alguien, y dirigíase sin vacilar a la persona aquella,
enfadándose si no se le respondía preguntando irritado:
—¿Es usted sordo?
Al trasponer el umbral de una puerta, el ambiente de la pieza
hacíale adivinar si era reducida o espaciosa.
Este ciego considerábase feliz; jamás lo vio sombrío, a pesar de
toda la sombra que llevaba en las muertas pupilas.
Los viernes de Dolores había muchos incendios en Tepic: altares
que se elevaban en todas las casas en honor de la Virgen. Altares
con fores cuyo perFume invadía las calles solitarias.
Todas las macetas de los patios se trasladaban ese día a la pieza
en que se formaba el altar. Y todos los pájaros, y además había
naranjas doradas y cirios.
Sobre aquel rimero de fores se mostraba la Mater Dolorosa,
con las siete espadas de la antigua profecía. Lloraba… y la ingenua
piedad comarcana obsequiaba con “lágrimas de la Virgen” en forma
de horchatas, chías, agua de tamarindo, arrayán, etc., a los devotos
visitantes.
—Qué, ¿aquí no llora la Virgen? —preguntaban los niños
golosos.
Y las familias que no tenían incendio recorrían las calles para ver
los otros, ya a través de una reja iluminada; ya, cuando se les ofrecía
hospitalidad, desde un asiento más cómodo, frente al altar, con un
“vaso de agua fresca” entre las manos.
F
UENTE
: Juan Rogelio López Ordaz,
Amado Nervo. Mosaico biográfco
, 1992
.
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