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TEMA
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Españoles, indígenas y castas ocupaban un lugar
diferente en la escala social, y según su posición tenían
mayores o menores privilegios. En lo más alto de la escala
estaba el grupo de españoles. Éstos poseían los mejores
cargos en el gobierno y en la Iglesia. Por otra parte, en el
nivel más bajo se encontraban los esclavos, quienes en
su mayoría habían sido traídos de África. En la región de
Izúcar, los esclavos africanos trabajaron en los cultivos
de caña de azúcar, mientras que en las ciudades poblanas
fueron empleados en los talleres y para el servicio
doméstico en las casas acomodadas.
Entre los españoles y los esclavos se encontraba una
gran variedad de grupos. Las castas formaron parte de
las clases bajas y medias de la sociedad virreinal y se
dedicaron a una gran diversidad de oficios, la mayoría
en las ciudades. Fueron cocineros, aguadores (quienes
transportaban el agua de las fuentes públicas hasta las
casas), ayudantes de carniceros, costureros, entre otras
actividades.
Si bien la población indígena fue en un inicio la más
numerosa, muy pronto se vio reducida a causa de las
enfermedades que los españoles trajeron consigo desde
Europa. Los indígenas no eran resistentes a los virus que
existían en el otro continente, y millones de ellos murieron
por
epidemias
de viruela. Con el tiempo la población
indígena se fue recuperando, pero para entonces los
encomenderos y hacendados ya se habían apropiado de
muchas de sus tierras. Los indígenas vivían en su mayoría
en el campo y trabajaban como campesinos, pero también
hubo quienes continuaron dedicándose a los oficios
tradicionales (vendedor ambulante, carpintero, tamalera,
tortillera, dibujante, etcétera) o que aprendieron nuevos
oficios (panadero,
talabartero
, herrero, ectétera.).
Para saber más…
Los pregoneros eran vendedores ambulantes
que anunciaban sus productos por las calles
de las ciudades, mediante gritos chillones.
Estos gritos eran ingeniosos y hasta chuscos, y
tenían la finalidad de atraer a los compradores.
Era común que los habitantes de Puebla
reconocieran a los vendedores por el grito que
escuchaban desde sus hogares. Como muchas
veces estos gritos eran cantados y las palabras
eran acortadas, la gente no siempre entendía
lo que gritaban los vendedores ambulantes. Un
ejemplo es el del pregonero de los muéganos,
quien era conocido por su grito de “A tri…
la pue… a los muéganos de harina y huevo”.
Unos dicen que quería decir “atrás del puente”,
refiriéndose al lugar donde se elaboraban los
muéganos. Otros, en cambio, piensan que el grito
“a tri la pue” se trataba de una contracción de
“tres muéganos en uno, del señor de la Puente”,
y que se refería al señor que fabricaba o vendía
dichas golosinas.
De mulato y española sale morisco,
siglo
XVIII
,
anónimo, óleo.
De lobo y negra nace chino
, siglo
XVIII
,
Andrés de Isla, óleo.