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Para los antiguos pobladores queretanos
era muy importante saber cómo se
formó la naturaleza, porque de ella
obtenían lo necesario para vivir. La
respetaban y le rendían culto, pues era
parte de su religión.
Lean la siguiente leyenda
otomí que se narraba en
la Sierra Gorda. Después,
coméntenla basándose en la
pregunta de la página 61.
A
llá por la Sierra Gorda, junto a la
corriente del río Xichú, existía un pueblo
gobernado por un hombre llamado Chuin
(Pájaro Azul), casado con la bella
Andonéi (Flor).
Un día llegó un sajoo (hechicero) que
profetizó: “De lejos vendrá un hermoso
guerrero que te embrujará con la mirada de
sus ojos, y te causará la muerte”.
Chuin ordenó que el hechicero fuera
abandonado en el bosque para que las
fieras lo destrozaran. Pasó el tiempo, y un
día llegó un guerrero tenochca, llamado
Coyoltótl embajador del emperador
Moctezuma Ilhuicamina (Flechador del
Cielo). Chuin salió a recibirlo con todos los
honores, mas cuando el señor de Xichú
llegó frente a él, el cielo azul y transparente
se llenó de rayos y truenos. Éstos causaron
temor en los habitantes del poblado, pues
a pesar de la gran cantidad de rayos y
truenos, no caía ni una sola gota de agua
sobre la tierra.
Los chichimecas, como otros pueblos
prehispánicos, creían en la existencia
de diversos dioses, representados por el
Sol, la Luna y la Tierra, y que el espíritu
de las personas no se extinguía al morir.
Por ello, llevaban a cabo ceremonias
para agradecer y complacer a sus dioses.
El cuauhixti
o árbol de los ojos
Guía
del
viajero