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Estos operarios eran obligados a cumplir su condena en
Quintana Roo mediante trabajos forzados, como abrir caminos,
levantar líneas telegráficas, construir cuarteles; en fin, todas
aquellas tareas que eran necesarias para la campaña de
pacificación de los mayas. También había personas que eran
víctimas de la leva; acción que consistía en que los policías
detenían gente inocente en las calles de alguna población con
la finalidad de enlistarla en el ejército o para emplearlas en
trabajos forzados. Sin que hubieran cometido algún delito, estas
personas eran arrebatadas de sus lugares de origen y enviadas
a un ambiente diferente al de su tierra, motivo por el que muchos
morían por enfermedades que no conocían y que nunca antes
habían padecido. Sobre esto, en Bacalar había una persona
originaria de Tuxpan, Veracruz, que fue llevada por la fuerza
para trabajar de chiclero. Al rendir su testimonio dijo:
Con la derrota de Porfirio Díaz y la llegada de Francisco I.
Madero a la presidencia de México, la situación en Quintana
Roo comenzó a cambiar lentamente. El dictador Díaz renunció
al cargo de presidente el 25 de mayo de 1911, y fue hasta el 8
de septiembre de 1912 cuando el general maderista Manuel
Sánchez Rivera llegó a la entidad para sustituir al porfirista
Ignacio A. Bravo como jefe militar del territorio de Quintana
Roo. La primera acción que hizo el nuevo mandatario fue
concentrar a los presos políticos en Chan Santa Cruz y
anunciarles que aquella reunión era para dar la libertad a todos
los que habían sido víctimas de la dictadura, noticia que llenó
de júbilo a los presentes.
El gobernador Sánchez Rivera también se reunió con algunos
jefes mayas, entre ellos Máximo Cahuich, con los que tuvo
varias pláticas para negociar la pacificación del territorio. Sin
embargo, fue hasta la llegada a Santa Cruz del gobernador de
Yucatán del territorio de Quintana Roo, Salvador Alvarado,
cuando se realizaron acciones que tuvieron algunos resultados.
Aparte de regresar a los mayas la ciudad sagrada de Chan
Santa Cruz, al poco tiempo el presidente Venustiano Carranza
le concedió al general maya, Francisco May, una enorme
extensión del monte, además de que reconoció su título de
general.
El general May con algunos
de sus hombres.
Campamento Nohpop.
“Eso del chicle, ¿qué es? ¿Es bejuco? ¿Es árbol? […] Figúrese: ¡yo soy boticario y caí en una leva
hecha por la policía de mi pueblo, entre ladrones, borrachos y, en general, gente de mal vivir!
Todos fuimos vendidos, en una partida, a los contratistas de chicle, por la misma policía de
Tuxpan. No se nos permitió ni avisar a nuestros familiares. ¿Usted cree que esto es humano?”.
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Gabriel Antonio Menéndez,
Álbum monográfico de Quintana Roo
, México, 1936, p. 44.