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Gracias a estos escritos, podemos notar que los campesinos
sinaloenses tienen una gran cercanía y apego con la naturaleza.
Extraían lo que necesitaban para después transformar los
productos en objetos que podían consumir o vender por medio
del intercambio comercial. Ésta era su vida cotidiana:
se desenvolvían en la agricultura, la ganadería, los ofcios,
las artesanías, la industria y la transformación.
Con la introducción del ferrocarril, la dinámica de trabajo cambió,
pues hubo necesidad de leñadores, obreros, aguadores,
carpinteros, ayudantes, transportistas de carga, cocineras
y trabajadores para el tendido de vías, la construcción de
campamentos y de pequeñas estaciones de servicio ferroviario.
En ese periodo, la vida cambió mucho en las ciudades.
Por ejemplo, quienes podían pagar los viajes en ferrocarril,
notaron que las travesías de muchos días en carruaje ahora
era posible efectuarlas en sólo unas horas.
La gente
pudiente
compraba máquinas de coser, de escribir,
aspiradoras o cámaras Fotográfcas. Algunas personas contaban
con teléFono en casa, otras iban a la ofcina de telégraFos y desde
ahí llamaban a los familiares que vivían en lugares lejanos. Casi
ya no iban al teatro, ahora asistían más al cine. Manejaban sus
automóviles para dirigirse a la plaza y ver las corridas de toros.
Alumbraban sus casas con lámparas incandescentes, pues
contaban con luz eléctrica. Escuchaban música en un fonógrafo.
La invención del submarino los dejó sorprendidos y cuando
padecían dolor de cabeza, tomaban aspirina.
En cambio, un numeroso sector de la sociedad sinaloense
vivía en condiciones lamentables debido a la mala alimentación,
a la falta de ropa adecuada a los cambios de estación,
algunos sólo contaban con una muda de ropa que se
quitaban por la noche para lavarla y volver a usarla.
Vivían en chozas muy humildes, sin muebles.
Cuando se trataba de diversión, los sinaloenses
de aquella época lograban pasar por alto las crisis
económicas o las temporadas de malas cosechas y
estaban atentos a las funciones del circo, de los magos
o los imitadores. Tenían gusto por los bailes o la
celebración del carnaval.
Carnaval de Mazatlán, 1917.