Luego se dejó resbalar en el sueño, sobre el
cochal
, sintiendo cómo se le iba
entumeciendo el cuerpo.
Lo despertó el frío de la madrugada. La humedad del rocío.
Abrió los ojos. Vio estrellas transparentes en un cielo claro, por encima de las
ramas oscuras.
"Está oscureciendo", pensó. Y se volvió a dormir.
Se levantó al oír gritos y el apretado golpetear de pezuñas sobre el seco
tepetate del camino. Una luz amarilla bordeaba el horizonte.
Los arrieros pasaron junto a él, mirándolo. Lo saludaron: "Buenos días", le
dijeron. Pero él no contestó.
Se acordó de lo que tenía que hacer. Era ya de día. Y él debía de haber
atravesado la sierra por la noche para evitar a los vigías. Este paso era el más
resguardado. Se lo habían dicho.
Tomó el tercio de carabinas y se las echó a la espalda. Se hizo a un lado del
camino y cortó por el monte, hacia donde estaba saliendo el sol. Subió y bajó,
cruzando lomas terregosas.
Le parecía oír a los arrieros que decían: "Lo vimos allá arriba. Es así y asado,
y trae muchas armas."
Tiró los rifes. Después se deshizo de las carrilleras. Entonces se sintió livianito
y comenzó a correr como si quisiera ganarles a los arrieros la bajada
Había que "encumbrar, rodear la meseta y luego bajar". Eso estaba haciendo.
Obre Dios. Estaba haciendo lo que le dijeron que hiciera, aunque no a las
mismas horas.
Llegó al borde de las barrancas. Miró allá lejos la gran llanura gris.
"Ellos deben estar allá. Descansando al sol, ya sin ningún pendiente", pensó.
Y se dejó caer barranca abajo, rodando y corriendo y volviendo a rodar.
"Obre Dios", decía. Y rodaba cada vez más en su carrera.
Le parecía seguir oyendo a los arrieros cuando le dijeron: "¡Buenos días!" Sintió
que sus ojos eran engañosos. Llegarán al primer vigía y le dirán: "Lo vimos en
tal y tal parte. No tardará en estar por aquí."
De pronto se quedó quieto.
112
B
loque
II
Reconoces el género narrativo