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La abuela se veía bien chistosa. ¡Je! ¡Tenía
los pelos parados! Los papás se fueron.
Ahí se quedó Rafa con los abuelos
tibiecitos y almohadosos.
Al otro día Rafa no fue a la escuela.
Se quedó flojeando. En la comida hubo
sopa de letras. La abuela buscaba su
nombre con la cuchara.