Practica esta lección: Ir al examen
Los papás se fueron.
Ahí se quedó Rafa con los abuelos tibiecitos y almohadosos.
Al otro día, Rafa no fue a la escuela. Se quedó fl ojeando.
En la comida hubo sopa de letras. La abuela buscaba su
nombre con la cuchara.
En eso llegó el papá. ¡Estaba feliz!
—¡Rafa!, ¡Rafa! —le dijo—. ¡Ya nació! ¡Ya tienes una hermanita!
“¿Una hermanita?”, pensó Rafa. Aaah.
No sintió nada especial, pero eso debía ser muy bueno.
Todos lo abrazaban y se reían con él.
Cuando regresó a su casa, Rafa vio a una bebita colorada
que tenía unas manos chiquitas, con uñas como de papel, que
sólo sabía dormir, llorar, comer del pecho de la mamá de Rafa
y ensuciar montones de pañales.
Uno de esos días Rafa sintió que se estaba volviendo
invisible. Parecía que nadie lo veía. Sintió que ya se le habían
borrado los pies, las piernas, el cuerpo, los brazos, el cuello, la
cabeza y hasta el pelo. Pasaba junto a su mamá sin peinarse y
ella sólo le decía: —¡Aaaah! ¡Qué sueño!
“No me ven desde que vino la hermanita —pensó Rafa—. De
seguro que es mágica y ella me volvió invisible. ¡Esto puede ser
muy divertido!”
Pasaron las horas, pasaron los días. Rafa seguía siendo
invisible, pero ya no estaba tan divertido.
“Yo pensaba que ser invisible tenía más chiste, pero ya me
cansé. ¡Si tan siquiera me anduvieran buscando!”
—¿Cómo volverse visible otra vez.
..?
Rafa le fue a preguntar a la bebita mágica. A lo mejor ella
sabía. Se trepó a la cuna y le preguntó mil y mil veces, cuarenta
y mil veces. Pero la hermanita no lo veía, ni lo oía. Seguía
durmiendo con su olor a bebé.
24