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—Claro que quiero —dijo el muchacho. Y los dos, con un
beso, se dieron la respectiva anuencia. Caminando juntos, de
la mano, pusieron fin así a una tan larga ausencia.
“Y ese es el cuento que te iba a con-
tar”, dijo la viejita, que ya se iba a ir.
Yo entonces le pregunté: “¿Y qué pasó
con la princesa?”.
Ella se me quedó mirando un rato
muy grande. Me pareció como que que-
ría llorar. Con su pañuelo se limpió los
ojos. Luego me dijo: “La princesa, con
tanta exigencia, se quedó sin que nadie
fuera su querencia. Y el resto de su exis-
tencia la pasa, solamente, cantando con
insistencia:
Ay, Serafín
todo tiene su fin.
Que sí, que no,
que todo se acabó”.
Y la viejita se fue cantando su canción.
Otra historia de niños es
El duende del mar
,
donde conocerás al guardián de los tesoros
marítimos. Búscala en tu Biblioteca Escolar.