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Otra variante de la leyenda
Con el transcurso del tiempo y al pasar de boca en
boca y de generación en generación, la narración
de las leyendas se va modificando de acuerdo con
las costumbres, la historia, las creencias y las
necesidades de la gente. Comenta con tu grupo si
conoces una variante de alguna leyenda de las que
hayan contado tus compañeros.
Lee la siguiente leyenda de Ecuador y analiza
con tus compañeros si tiene alguna semejanza con
las que conocen.
Había una vez un jefe panche que le pregunta-
ba a su hija Bulira cada noche:
—Hija, ¿cuándo conoceré al príncipe elegido
para poder enseñarle nuestros secretos, las
fórmulas sagradas y la cueva del tesoro? No
me queda mucho de vida, hija.
—Ay, padre, no hables así que me entriste-
ces.
—Hija, el tiempo pasa rápido y los que
envejecemos tenemos que buscar a quién
entregar el poder.
Un poco más allá de la aldea, al oeste,
acampaba el príncipe Tota, con su guardia de
honor, brujos y capitanes.
Un poco más allá de la aldea, al este, estaba
el otro pretendiente de la princesa, Opia,
acompañado de su maestro y de un criado. No
llevaba ni una lanza.
Tota, para seducir a la princesa, hacía
desfiles militares y torneos en su honor.
Opia le enviaba pájaros de siete colores.
Ella era amable con ambos, pero no se
decidía.
Tota comenzaba a enfadarse y hacía planes
de conquista.
Opia hallaba hermosa la espera.
Una mañana, cuando Opia buscaba unos
pescadillos en mitad del arroyo para Bulira,
quien le miraba de forma cariñosa, apareció
Tota y, lleno de celos, preparó su cerbatana y
disparó. El dardo atravesó el cuello de Opia,
quien cayó suavemente en las aguas y murió
mirando a su amada con una sonrisa.
Bulira gritó de rabia y Tota huyó asustado.
Bulira lloró sin consuelo y sin descanso
sobre el río. Vertió lágrimas hasta perder sus
ojos, que se convirtieron en dos grandes
perlas de ostras doradas.
Y dice la leyenda que, desde entonces, el río
Opia de Tiloma se llenó de ostras, que son las
lágrimas de Bulira, la enamorada ciega.
En Ecuador, cerca de la frontera con Colom-
bia —que antes de la llegada de los españoles
no existía—, habitaba el pueblo de los panche,
junto a otras poblaciones indígenas, como los
coyaima o los andaquí. No sobrevivieron a la
conquista, pero algunas leyendas atribuidas a
este pueblo todavía se conservan, como esta que
explica la existencia de ostras en un río.
Cuentos y leyendas hispanoamericanos
, selec., adap.
y comentarios de Ana Garralón, México,
S P-Larousse, 2007, pp. 206-207.
Bulira
Leyenda panche de Ecuador