SECUENCIA 12
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Audiotexto: Obra de teatro
Para leer
2.
Escuchen el siguiente audiotexto y sigan la lectura en su libro.
El novio del tranvía número setenta y nueve
B
ÉLA
S
ZENES
ÉL: Sí, ésa es la justa palabra.
EL CONDUCTOR: ¡Puente Margarita, lado de Pest!
Llegan nuevos viajeros; se sientan junto a nosotros una
señora gruesa y otra delgada. Las dos damas prosiguen
una conversación ya comenzada.
LA GRUESA: Aurora no me dijo nada el otro día.
LA DELGADA: Porque la cosa no es pública to-
davía.
LA GRUESA: ¿Y quién es él?
LA DELGADA: Han dado muy buenos informes.
Está en un banco, y pronto ascenderá a cajero.
LA GRUESA: Es un buen empleo.
LA DELGADA: Sí.
YO: (
Mira a ÉL, quien le hace señas con los ojos para
que atienda a la conversación
.)
LA GRUESA: Tiene un apartamento.
LA DELGADA: En estos tiempos, eso es un verda-
dero premio gordo.
YO: (
Mira sonriente a Benedek, cuyo rostro irradia
orgullo
.)
LA GRUESA: Además no sería difícil que encon-
traran un apartamento mayor en una de las casas del
viejo.
LA DELGADA: El viejo, aquí entre nosotras, ha ro-
bado bonitas sumas.
YO: (
Mira a ÉL, quien le hace señas de que induda-
blemente se refieren a él
.)
LA GRUESA: ¿Y es mucho el amor?
LA DELGADA: ¡Muchísimo!
ÉL:
(
Resplandece de excesivo orgullo.
)
LA DELGADA: (
Después de una breve pausa
.) Pero
sólo por parte del joven. Me han dicho que Aurora no
lo puede soportar. ¡Pobre muchacho!
YO: (
Mira a
ÉL
a hurtadillas
.) (ÉL
enrojece aver-
gonzado
.)
LA GRUESA: ¡Que no puede soportarlo! ¿Por qué?
¿Sigue enamorada del teniente?
LA DELGADA: ¿Y acaso no es lógico? El teniente es
un hombre espléndido, da gusto mirarlo. Después de
Hacía años que no hablaba con Imre Benedek. Esta
tarde nos hemos encontrado en el tranvía número se-
tenta y nueve. Estamos sentados junto a la ventanilla,
uno frente al otro.
YO: ¿Cómo te encuentras?
ÉL: (
Con el rostro radiante
.) Maravillosamente bien.
YO: ¿A quién le llevas esas lindas flores?
ÉL: (
Orgulloso.
) No es a mi abuela, precisamente.
YO: ¿Es bonita?
ÉL: Maravillosa.
YO: ¿Casada?
ÉL: (
Llamándole al orden.
) Una muchacha soltera,
muy distinguida.
YO: ¡Supongo que no pensarás casarte!
ÉL: ¿Y por qué no he de casarme? Gano tres mil
coronas mensuales. Y tengo un apartamento. (
Hace
una pausa.
) ¿Conoces a Arányi, el de nuestro Banco?
YO: No.
ÉL: El pobre viejo se encuentra muy mal. Si muere,
ascenderé a cajero. Gracias a Dios, tengo suerte en
todo. Además, el padre de Aurora es un hombre rico,
muy rico.
YO: Que sea enhorabuena, amigo.
ÉL: Gracias. Aunque debo decirte que la noticia no
se ha hecho pública todavía. Es un asunto arreglado,
pero no se conoce aún.
EL COBRADOR: ¿Quieren hacer el favor de darme
los billetes?
ÉL: Abonado.
YO: Pase.
EL COBRADOR: Gracias. (
Se va
.)
ÉL: La muchacha es muy bonita. El viejo tiene dos
casas en el Gran Bulevar. Aurora es hija única. En es-
tos últimos tiempos, el viejo ha ganado mucho en la
Bolsa; es un antiguo usurero; pero a mí eso no me
interesa. No me caso con él, sino con su hija, ¿no es
cierto? Te digo que el viejo se opone a la boda; pero
Aurora… (
se calla y acaricia suavemente las flores
.)
YO: ¡Oh, el amor!