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ESPAÑOL
I
ZENAIDA:
(
Abrazándolo otra vez
) ¡Ay, Juan, cómo te quiero!
JUAN:
Y yo, cómo te quiero a ti. (
Después de abrazarla
) ¿Y
nuestros hijos?
ZENAIDA:
Están bien, gracias a Dios.
JUAN:
¿Y don Rosalío, todavía vive?
ZENAIDA:
Todavía.
JUAN:
(
Mirando a su alrededor
) ¡Vaya, pues qué bonito es
regresar a la tierra de uno! (
A Zenaida
) Voy a ense-
ñarte lo que te traje. (
Saca del morral un rebozo
colorado con un rapacejo enorme
)
ZENAIDA:
¡Qué rebozo tan bonito! (
Se lo prueba
)
JUAN:
Y mira, lo que compré para nuestros hijos. (
Saca un
sarape
)
ZENAIDA:
¡Qué bueno, así ya no tendrán frío!
JUAN:
Y mira, para nuestros hijos. (
Saca una chamarra de
rebelde sin causa
)
ZENAIDA:
(
Abrazándolo otra vez
) ¡Ay, Juan, qué bien te ves!
DON ROSALÍO:
(
Entrando
) ¡Juanito, hombre, qué gusto de verte, qué
bueno que ya regresaste!
JUAN:
Don Rosalío, ¿cómo está usted?, ¿cómo sigue de sus
achaques?
DON ROSALÍO:
Pues mal, pero aquí ando todavía. ¿Qué me trajiste de
regalo?
Juan saca del morral una chaqueta de militar, con
botones dorados.
DON ROSALÍO:
Eso mero era lo que quería, para acordarme de mis
tiempos en que era yo federal.
ZENAIDA:
Pruébesela, don Rosalío.
DON ROSALÍO:
Déjeme ponerme espuelas y mi sable, para espantar a
los conejos. (
Sale, llevando la chaqueta
)
JUAN:
Pues, ahora sí, mi vieja, falta enseñarte lo mero bueno.
(
Saca un cinturón de víbora, y de él un chorro de pesos
)
Ambos se hincan y juegan con el dinero, muy conten-
tos.
DON NABOR, DON CENÓN, DOÑA BRúJULA:
(
Melosos, desde fuera
) ¡Juanito!
Juan y Zenaida se ponen a guardar el dinero en el
cinturón, con toda la rapidez de que son capaces, pero
entran los otros tres antes de que puedan terminar.
DON NABOR:
¡Juanito…!
DON CENÓN:
¡Qué gusto de verte…!
DOÑA BRúJULA:
¡Con tantos pesos…!
JUAN:
No son tantos.
ZENAIDA:
Apenas para el gasto.
DON NABOR:
Ya los vimos, no seas humilde.
DON CENÓN:
No te hagas, no te hagas, que suenan.
DOÑA BRúJULA:
¡Y ese rebozo qué bonito!
DON CENÓN:
¡Y esa chamarrita!