ESPAÑOL
I
75
Dafnis y Cloe
Al día siguiente, de vuelta en la pradera, Dafnis, senta-
do, según solía, al pie de una encina, tocaba la flauta, a
par que miraba sus cabras, encantadas, al parecer, con el
dulce sonido. Cloe, sentada asimismo
a la vera
de él,
miraba sus ovejas y corderos; pero miraba más a Dafnis.
Y otra vez le pareció hermoso tocando la flauta, y creyó
que la música le hermoseaba, y para hermosearse ella
tomó la flauta también. Quiso luego que volviera él a
bañarse y le vio en el baño, y sintió como fuego al verle,
y volvió a alabarle, y fue principio de amor la alabanza.
Ninfa
candorosa, criada en los campos, no se daba
cuenta de lo que le pasaba, porque ni siquiera había
oído
mentar
el Amor. Sentía inquietud en el alma; no
podía dominar sus ojos y hablaba mucho de Dafnis.
No comía de día, velaba de noche y descuidaba sus
ovejas; ya reía, ya lloraba; si dormía, se despertaba de
súbito; su rostro se cubría de palidez y luego ardía de
rubor. Nunca se agitó más becerra picada del
tábano
.
Acontecía a veces que ella a sus solas
prorrumpía
en
estas razones:
«Estoy mala e ignoro mi mal; padezco y no
me veo herida; me lamento y no perdí ningún
corderillo; me
abraso
y estoy sentada a la som-
bra. Mil veces me clavé las espinas de los
zarza-
les
y no lloré; me picaron las abejas y pronto
quedé sana. Sin duda que esta picadura de aho-
ra llega al corazón y es más cruel que las otras.
Si Dafnis es bello, las flores lo son también; si él
canta lindamente, no cantan mal las
avecicas
.
¿Por qué pienso en él y no en las avecicas y en las
flores? ¡Quisiera ser su flauta para que
infun-
diese
en mí su aliento! ¡Quisiera ser su cabritillo
para que me tomara en sus brazos! ¡Oh agua
perversa, que a él sólo haces hermoso y me lavas
en balde! Yo me muero, queridas Ninfas; ¿cómo
no salváis a la doncella que se crió con vosotras?
¿Quién os coronará de flores después de mi
muerte? ¿Quién tendrá cuidado de los pobreci-
tos corderos? ¿A quién encomendaré mi
parlera
cigarra, que cogí con tanta fatiga y que solía
cantar en la gruta para que yo durmiese la sies-
ta? En vano canta ahora, pues yo velo, gracias a
Dafnis». Así padecía, así se lamentaba Cloe, pro-
curando descubrir el nombre de Amor.
Novela (Fragmento)
Entre tanto, Dor-
con, el
boyero
que
sacó del hoyo a Daf-
nis y al macho,
mo-
zuelo
ya con barbas y
harto sabido en cosas
de Amor, se había pren-
dado de Cloe desde el
primer
día,
y
como
mientras más la trataba
más se abrasaba su alma,
resolvió valerse o de re-
galos o de violencia para
lograr sus fines. Fueron
sus primeros presentes, para Dafnis una
zampoña
que tenía nueve
cañutos
ligados con latón, y no con
cera, y para Cloe la piel de un cervatillo, esmaltada de
lunares blancos, para que la llevase en los hombros,
cual suelen las
bacantes
.
a la vera.
al lado del camino.
ninfa.
muchacha bella.
mentar.
mencionar.
tábano.
insecto.
prorrumpía.
emitía
abraso.
quemo.
zarzales.
matorrales.
avecicas.
avecillas.
infundiese.
soplara.
parlera.
hablantina.
boyero.
cuidador de bueyes.
mozuelo.
muchacho.
zampoña.
flauta.
cañutos.
tubos de cañas.
bacantes.
sacerdotisas del
dios Baco.