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Para abonar el terreno con estiércol, por cada 10 m cuadrados, se deberán aplicar 20 kg de estiércol de
res o de caballo; 15 kg si se dispone de estiércol de cerdo; 1 kg de estiércol de cabra o borrego, y
½
kg
para el estiércol de gallina.
El uso de abonos químicos se puede hacer con la supervisión y asesoría de los técnicos de la Sagarpa o
la opinión de campesinos de la región que tengan experiencia al respecto. La semilla se planta
directamente, aunque se puede hacer mediante trasplante, sobre todo si las condiciones climáticas son
adversas. El trasplante deberá hacerse con mucho cuidado porque las plantas de pepino no soportan
bien la operación.
Cuando las tierras de cultivo no tienen suficiente nitrógeno, las plantas de pepino crecen más chicas,
menos verdes, produciendo menos frutos y más pequeños y de menor calidad. El nitrógeno se consigue
con la adición de sulfato de amonio o de nitrato de amonio. Si no se consiguió la asesoría conveniente,
añadan 3 kg de alguna de las sales de amonio por cada 10 m
2
cuando empiece a llover.
El fósforo ayuda a que las plantas de pepino den más flores y, consecuentemente, más frutos. Cuando
no hay suficiente fósforo, las plantas florean menos y, por lo tanto, hay menos frutos.
El fósforo se consigue como superfosfato de calcio simple o como superfosfato de calcio triple. Si no se
consiguió la asesoría conveniente, añadan 3 kg de alguna de las sales de calcio por cada 10 m
2
si su
terreno es de riego, o 21 kg, si es de temporal.
Una observación importante es la siguiente: el fertilizante se puede poner al momento de la siembra, pero
cuidando que no toque la semilla. Otra manera de incorporar nitrógeno al terreno, es sembrando abonos
verdes como el frijol o la alfalfa que añaden nitrógeno a la tierra, gracias a la presencia de bacterias
nitrificantes en sus raíces.
Las semillas de pepino se siembran en hoyos como las calabazas, depositando en cada uno de ellos una
mezcla de tierra, estiércol y arena, enterrando 4 o 5 semillas por hoyo a unos 5 cm de profundidad, luego
se cubren con tierra, apretándola.
Si los terrenos son de temporal, además de las lluvias se tendrán que dar tres riegos de auxilio; el
primero, 10 días después de la siembra; el segundo, a los 29 días del primero, y el tercero, a los 20 días
siguientes. Si los terrenos son de riego, entonces deben regar cada cuatro días, a partir de la siembra y
hasta la madurez de los frutos.
Cuando nacen las plantas se deberá hacer un aclareo, quitando las más pequeñas y dejando sólo la
planta más grande en cada hoyo.
Cuando las plantas tengan 4 o 5 hojas hay que aterrarlas levantándolas y arrimándoles tierra suelta para
que queden encima del lomo. Después, es importante mantener el terreno libre de malas yerbas,
haciendo el desyerbe por lo menos cada 15 días.
Cuando las plantas tengan frutos, hay que eliminar los malformados o dañados, dejando sólo los
mejores. A medida que se vayan madurando, es conveniente cosechar los frutos maduros para que no se
detenga la floración y las plantas rindan más.
Los pepinos se cosechan cuando el fruto tiene un color verde intenso y
que al rasparles la cáscara, ésta se desprenda con facilidad. Coséchenlos
cuando estén verdes porque si se ponen amarillentos ya no se aceptan en
el mercado.
La cosecha del pepino se hace a mano, cortando con cuidado y sin sacudir
los tallos usando una navaja o cuchillo afilado.
Los pepinos se empacan en huacales o costales para enviarlos al
mercado, manteniéndolos en lugares frescos y ventilados, de preferencia
sobre paja o tarimas de madera.
Tutoreo del pepino.