son el Himno y la Bandera Nacional. Desde niños, en las ceremonias cívicas de los lunes
aprendimos que asumir una actitud de respeto y veneración ante nuestros símbolos patrios es
nuestro deber como mexicanos. Por ello no es raro que al escuchar y cantar el Himno y ver izar
y ondear nuestra Bandera sintamos una profunda emoción. Estas ceremonias sirven, además,
como un continuo recordatorio de nuestra historia nacional. También han existido otras
ceremonias, en las que, utilizando la fuerza estética de nuestra cultura se ha fortalecido esta
idea de nación. Los festivales escolares han contribuido mediante el canto, la danza, el teatro y
las artes plásticas a conservar algunas de las tradiciones que hemos asociado a nuestra
mexicanidad.
Foto: anónima.
Festival de fin de curso
, en una escuela primaria, 1966.
Fototeca del CENIDI-DANZA, en
Catálogo fotográfico. La escenificación del folklor. Danza mexicana (1921-2003)
,
México, Conaculta/INBA/CENART, Biblioteca digital CENIDI-Danza, 2004.
Sin embargo, hoy sabemos que la idea de que la nación mexicana está unida enfrenta graves
problemas, debido principalmente a que no aprendimos que también somos un país pluricultural
con grandes diferencias económicas, sociales, culturales y hasta raciales. Lo que
paradójicamente se muestra en la gran riqueza y variedad de manifestaciones culturales
existentes a lo largo y ancho de nuestro país.
De ahí que el conocimiento de nuestros bailes y danzas no pueda reducirse a la simple
repetición de pisadas y movimientos que con frecuencia sentimos ajenos a nuestras
necesidades y gustos. Éstos sólo cobrarán sentido si nos adentramos en el contexto
sociocultural del cual han surgido y en el cual tienen una función más relevante que la del
simple entretenimiento o distracción. Como aprendimos en primer año, las danzas, son parte de
las acciones con las que un grupo social reafirma su identidad cultural. Tendrán otra
significación si intentamos apropiarnos, aunque sea momentáneamente, de la realidad social y
cultural de quienes generan estas manifestaciones dancísticas: si nos ponemos “en los tenis” de
los otros, aunque sea por un momento.
Lo mismo ocurre con los bailes populares, pues si bien tienen un sentido más lúdico y de gozo
corporal, también son parte de las técnicas corporales que identifican a un grupo social, por lo
que “bailar los bailes” de otros es un modo de compartir con ellos y conocerlos.
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