que pudieron realizarse en el siglo
XIX
,
debido a que en sus partes se incluyen sones
antiguos, entre los que se encuentran: el palomo, el atole, los enanos, el durazno, el
perico, el telele, la diana, etcétera.
En el estudio realizado por Josefina Lavalle del jarabe ranchero o de Jalisco, es
posible encontrar los motivos que constituyen las pisadas de estos sonecitos; así
como la forma y estructura que los caracteriza. Del mismo modo, las descripciones y
relatos que en este estudio se ofrecen permiten derivar elementos que ayudan al
análisis del movimiento.
En las
Memorias
de don Guillermo Prieto encontramos algunas descripciones que nos
indican cómo se bailaba el jarabe
.
La gran prueba de los buenos bailadores de jarabe, es que la parte superior
del cuerpo se conserve rígida, agarrotada y sin inflexión, mientras los pies se
desmorecen y desporrondingan en posturas increíbles, en pespuntes y
rasgueos, en el escobeteo y la cuchillada. Y para hacer visibles las
condiciones mencionadas, había bailadores que llevaban un vaso de agua en
la cabeza que sostenían sin derramar una gota, teniendo atados a los pies
puñales y cuchillos que esgrimían con rara habilidad.
2
Hay diferentes versiones del típico Jarabe de Jalisco, entre las más populares
está el Jarabe Tapatío.
Teófilo Martínez, El Jarabe. Montaje Alejandra Ferreiro, Academia de la Danza Mexicana.
Archivo personal de Alejandra Ferreiro, 1994.
2
Citado por Josefina Lavalle, “los bailes europeos de salón del siglo XIX y su proceso de asimilación, en Boletín CID-
Danza, núm. 10, Centro de Investigación, Información y Documentación de la Danza, México,
INBA
, S/F.
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