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Libro para el Maestro
La educación para la paz
ve en el conflicto uno
de sus objetivos principales, y lo toma como referencia y
punto de partida para la siguiente reflexión: ¿sabemos
resolver los conflictos?
Normalmente el conflicto suele considerarse negativo, algo
desagradable. Esto tal vez sea así porque percibimos el
conflicto a través de las consecuencias destructivas que
tiene a veces la forma habitual de resolverlos, y no desde el
conflicto en sí. Por otra parte, entramos al conflicto con una
actitud de competitividad: vamos a “ganado”; esto supone
exponernos y arriesgarnos al daño propio, en caso de
“perder”, y considerar al conflicto como lucha entre dos
partes mutuamente excluyentes.
Conflicto no equivale a violencia
; al contrario, el conflic-
to es un componente básico de la vida social de los seres
humanos. Representa un fenómeno continuo y constante en
la interacción humana. Estudiando la Historia, nos encontra-
mos con el conflicto en la raíz de todos los acontecimientos
de alguna relevancia en el pasado de la humanidad. El
conflicto es habitual en las relaciones entre grupos sociales
y en nuestras relaciones interpersonales; podríamos decir
que es algo inherente a ellas, en cuanto se pueden perseguir
objetivos distintos. Definido en este sentido, “un conflicto es
la interacción de personas con objetivos incompatibles”
(John Paul Lederach). Y en su resolución hay que distinguir
entre lo que es el enfrentamiento y la confrontación. Se
Educar en y para el conflicto
trata de aprovechar la paradoja de que los implicados han
de cooperar para contender.
La violencia, sin embargo, supone ruptura, negación del
conflicto, por considerarlo inaceptable. Supone, en suma,
optar por resolverlo de forma destructiva.
Creemos que el conflicto es positivo y necesario para
el crecimiento del ser humano. Partiendo de la diversidad,
característica de las personas, el conflicto es el proceso
lógico que se da en cuanto intentamos hacer una tarea
común, y en la resolución del conflicto está el camino
para conseguir la paz: negamos así la idea de paz “pasiva”,
como ausencia de conflictos, y asumimos el concepto de
paz “positiva”, de búsqueda y resolución no violenta
de conflictos (como decíamos anteriormente, la paz no sólo
como valor y meta, sino también como proceso).
Esta perspectiva positiva del conflicto considera a éste como
fuerza motivadora y motor de cambio de la sociedad, si es
resuelto adecuadamente, claro está: de modo justo para las
partes implicadas, para que signifique un avance para todas.
Ésta es precisamente la
praxis
de la educación para la paz:
aprender a descubrir y a confrontar los conflictos, para
resolverlos adecuadamente.
Seminario de Educación para la Paz. “Educar en y para el conflicto”, en
Educación para la Paz
.
Barcelona: Edupaz/Los libros de la Catarata, 2000, pp. 37-38.