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Libro para el Maestro
Las palabras “desarrollo sostenible” se encuentran en todos los discursos políticos, pero
sus opciones de aplicación práctica son muy diversas y eventualmente perversas. Desde
ideologías de tipo liberal se hace énfasis en la posibilidad de compatibilizar el crecimiento
económico con la preservación ambiental vía aumento de la productividad (producir
más, consumiendo menos recursos y generando menos residuos) y con la equidad social
vía mejora general de las condiciones de vida (lo que no siempre es automático). Desde
ideologías ecologistas más radicales se hace énfasis en las opciones de crecimiento cero
y aplicación estricta del principio de precaución (en lugar de realizar las actividades
productivas mientras no se demuestre que son dañinas, dejar de realizarlas en tanto en
cuanto no se demuestre que no son dañinas). Posiciones como el eco-socialismo
argumentan que el propio capitalismo, al estar basado en el crecimiento y la acumulación
constante (incrementándose el ritmo de crecimiento), es ecológicamente insostenible.
Como esbozo de respuesta a estos dos extremos del espectro no hay que olvidar, por un
lado, que desarrollo económico no siempre es sinónimo de crecimiento económico (y
menos aún desarrollo humano) y, por otro, que cualquier medida de dimensión relativa a
las actividades productivas no sólo tiene efectos sobre la economía de las empresas, sino
también sobre el empleo y el tejido social en que se incardinan dichas actividades, efectos
que pueden ser tanto negativos como positivos.
CONDICIONES PARA EL DESARROLLO SOSTENIBLE
Los límites de los recursos naturales sugieren tres reglas básicas en relación con los
ritmos de desarrollo sostenibles:
1.
Ningún recurso renovable deberá utilizarse a un ritmo superior al de su generación.
2.
Ningún contaminante deberá producirse a un ritmo superior al que pueda ser reciclado,
neutralizado o absorbido por el medio ambiente.
3.
Ningún recurso no renovable deberá aprovecharse a mayor velocidad de la necesaria
para sustituirlo por un recurso renovable utilizado de manera sostenible.
Estas tres reglas están forzosamente supeditadas a la inexistencia de un crecimiento
demográfico.