Los propósitos del curso de música no se reducen al conocimiento de ideas musicales o
al dominio de conceptos de teoría musical. Los ejes que hay que considerar para la
organización de la clase son: la expresión, la apreciación y la contextualización. Para
lograr un equilibrio entre esos tres aspectos es necesario incluir actividades que
permitan que los alumnos se expresen de modo creativo produciendo música de
distintas formas (componiendo canciones, haciendo arreglos, entonando canciones,
etcétera); actividades en las que sea posible escuchar distintos tipos de música y
brindarles elementos para la apreciación; y ubicar las producciones musicales en el
contexto particular en que se crearon o se conservan.
Por tanto, todas las clases deben incluir actividades prácticas en las que los alumnos
tengan la oportunidad de experimentar con la música y disfrutarla. Para lograr este
propósito sugerimos organizar la clase de modo que, en todas las sesiones haya una
parte práctica. Por ejemplo, para esta secuencia:
Clase 1.
1. Ejercicios de relajación (1 al 4), de respiración (1,2 y 3) y vocalización (1 y 2).
2. Estudio de la escala menor:
•
Lectura de la explicación incluida en la guía
•
Explicación por parte del maestro.
•
Entonación de la escala menor.
Clase 2.
1. Ejercicios de relajación (1 al 4), de respiración (1,2 , 3 y 4) y vocalización (1, 2 y
3).
2. La escala menor:
•
Elaboración de escalas desde distintas notas.
•
Diferencia entre escala mayor y escala menor.
Clase 3.
1. Ejercicios de relajación (1 al 4), de respiración (1,2, 3, 4 y 5) y vocalización (1, 2,
3 y 4).
2. Estudio de las tres modalidades: con ostinato rítmico, sobre un bordón y con
ostinato melódico. Elaboración de un repertorio inicial de música en escala
menor.
Clase 4.
1. Ejercicios de relajación (1 al 4), de respiración (1, 2 , 3, 4 y 5) y vocalización
(todos).
2. Interpretación de repertorio.
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