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Ritmo, en griego, significa “movimiento regular y medido”. En el lenguaje, un
conjunto de sonidos articulados, puede producirse por la combinación de las
cualidades físicas sonoras: cantidad duración, tono o altura musical, intensidad o
fuerza respiratoria, timbre, más las pausas o silencios. En el habla cotidiana está
escondido. En la prosa literaria se pretende una mayor armonía en esa
combinación. En el verso las palabras se ordenan con rigor y precisión para lograr
ritmos marcados y placenteros.
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En la danza el ritmo es la capacidad de crear un poema con el cuerpo; es decir,
requiere de crear nuevos significados que, como la música, permiten ver
emociones que no se pueden expresar en palabras. La danza es la concepción
clásica del ritmo como establecimiento de relaciones entre movimiento. Se emplea
el ritmo en un sentido en el que percibimos cuerpos que hablan y se desplazan, en
un tiempo y espacio, permitiéndonos pensar la dialéctica de tiempo y espacio en el
teatro.
El ritmo en el teatro se refiere, al igual que en música, a la combinación de sonidos
cortos y largos, con silencios. En teatro, esto también se aplica visualmente, con la
combinación de llenos y vacíos, movimiento y tranquilidad, e incluso con escenas
rápidas y lentas, fuertes y graciosas, pesadas y ligeras. El ritmo marcado de la obra
lo establece el director en los ensayos, los actores modifican la lectura de las frases
y sus acciones dentro de una misma representación para poder establecer el ritmo
marcado. En una obra solo el actor puede restablecer el ritmo.
¿En qué consiste el ritmo?
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5.1.1 Investigación de alguna ceremonia, danza o rito indígena de la región
En las siguientes líneas Fray Bartolomé de Las Casas ofrece información acerca de
la primera escenificación náhuatl:
Los años que transcurrieron entre la llegada de los misioneros y la representación
de la primera obra, El juicio final, en 1533, son algo misteriosos. Las fuentes
históricas no hablan de experimentos ni de intentos de escenificación. Nuestra
primera noticia se refiere a un drama bien preparado, no a una improvisación […]
Las Casas se refiere a esta representación así:
Otra representación entre otras muchas hicieron en la ciudad de México los
mexicanos del universal juicio, que nunca hombres vieron cosa tan admirable hecha
por hombres, y para muchos años quedará memoria de ella por los que la
vieron.
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Josefina García Araez,
Verso y teatro: guía práctica para actores,
Madrid, La Avispa, 1991
,
p. 13.
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