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ANEXO 2
Pues ¿qué he de hacer, ¡ay de mí!,
en confusión semejante,
si quien la trae por favor,
para su muerte la trae,
pues que sentenciado a muerte
llega a mis pies? ¡Qué notable
confusión! ¡Qué triste hado!
¡Qué suerte tan inconstante!
Éste es mi hijo, y las señas
dicen bien con las señales
del corazón, que por verlo
llama el pecho, y en él bate
las alas, y no pudiendo
romper los candados, hace
lo que aquél que está encerrado
y oyendo ruido en la calle
se asoma por la ventana:
y él así, como no sabe
lo que pasa, y oye el ruido,
va a los ojos a asomarse,
que son ventanas del pecho
por donde en lágrimas sale.
¿Qué he de hacer? ¡Válgame el cielo!
¿Qué he de hacer? Porque llevarle
al Rey es llevarle, ¡ay triste!,
a morir. Pues ocultarle
al Rey, no puedo, conforme
a la ley del homenaje.
De una parte el amor propio,
y la lealtad de otra parte
me rinden. Pero ¿qué dudo?
¿La lealtad al Rey no es antes
que la vida y que el honor?
Pues ella viva y él falte.
Fuera de que, si ahora atiendo
a que dijo que a vengarse
viene de un agravio, hombre
que está agraviado es infame.
No es mi hijo, no es mi hijo,
ni tiene mi noble sangre.
Pero si ya ha sucedido
un peligro, de quien nadie
se libró, porque el honor
es de materia tan frágil
que con una acción se quiebra
o se mancha con un aire,
¿qué más puede hacer, que más,
el que es noble, de su parte,
que a costa de tantos riesgos
haber venido a buscarle?
Mi hijo es, mi sangre tiene,
pues tiene valor tan grande;
y así, entre una y otra duda,
el medio más importante
es irme al Rey y decirle
que es mi hijo, y que le mate.
Quizá la misma piedad
de mi honor podrá obligarle;
y si le merezco vivo,
yo le ayudaré a vengarse
de su agravio; mas si el Rey,
en sus rigores constante,
le da muerte, morirá
sin saber que soy su padre.
Venid conmigo, extranjeros,
no temáis, no, de que os falte
compañía en las desdichas,
pues en duda semejante
de vivir o de morir
no sé cuáles son más grandes.
[Vanse.]
[Salón del Palacio Real en la Corte.]
ESCENA V
ASTOLFO y soldados que salen por un lado, y por el
otro la infanta ESTRELLA y damas. Música militar
dentro y salvas.
ASTOLFO
:
Bien al ver los excelentes
rayos que fueron cometas,
mezclan salvas diferentes
las cajas y las trompetas,
los pájaros y las fuentes;
siendo con música igual,
y con maravilla suma,
a tu vista celestial
unos, clarines de pluma,
y otras, aves de metal;
y así os saludan, señora,
como a su reina, las balas,
los pájaros como a Aurora,
las trompetas como a Palas,
y las flores como a Flora;
porque sois, burlando el día
que ya la noche destierra,
Aurora en el alegría,
Flora en paz, Palas en guerra,
y reina en el alma mía.