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Libro para el Maestro
SECUENCIA 2
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“Hace más de una década, con el apoyo solidario de
Organismos No Gubernamentales, algunas trabajado-
ras domésticas comenzaron a organizarse. En 1986 un
grupo de ellas buscó la forma de capacitarse, organi-
zarse y llevar a cabo acciones “con la esperanza de
lograr condiciones de vida y de trabajo dignas y jus-
tas”. Así conformaron un grupo al que decidieron
llamar
La Esperanza
.
Un año después, en 1987, nació el Colectivo Atabal,
A.C., agrupación de mujeres comprometidas con la
reivindicación y valoración del trabajo doméstico y
con ese sector en nuestro país.
Ese mismo año, el 30 de marzo —durante la cele-
bración del
Día Internacional de las Trabajadoras del
Servicio Doméstico
— estas organizaciones realizaron
un primer encuentro y a partir de entonces van de la
mano en el propósito de abrir un espacio a las trabaja-
doras domésticas para recibir el apoyo necesario que
facilite la expresión organizada de sus intereses y avan-
zar en el objetivo de mejorar sus condiciones de vida y
fortalecer su presencia pública como sector social.
Una de las labores en las que se ha centrado este
trabajo colectivo, fundamentalmente a partir de 1992,
es la búsqueda de opciones de empleo para las traba-
jadoras domésticas frente a las llamadas
agencias de
colocación
. Es así como, desde agosto de ese año, fun-
ciona la Bolsa de Trabajo Doméstico Alternativa.
En febrero de 1993 la Bolsa de Trabajo
La Esperan-
za
se constituyó de manera formal con los siguientes
objetivos:
> Colocar a las trabajadoras en espacios con me-
jores condiciones de trabajo.
> Reivindicar el servicio doméstico al profesiona-
lizarlo con la capacitación técnica y la formación
integral de las trabajadoras.
> Llegar a un número significativo de trabajado-
ras a fin de crecer y tener la fuerza necesaria
para formar una organización.
El empleo de las trabajadoras domésticas es de dos
tipos:
de entrada por salida
y
de planta
. De 1993 a 1996
más de 80% de las solicitudes recibidas requería la pri-
mera opción, con una jornada máxima de ocho horas;
el resto solicitaba el empleo
de planta
, es decir, para
vivir en casa de sus empleadores.
Para colocar a las trabajadoras a partir de sus cua-
lidades y experiencia y, a su vez, satisfacer las
necesidades de los empleadores, la Bolsa de Trabajo
La
Esperanza
clasifica las actividades domésticas de la si-
guiente forma: aseo general, lavado y planchado,
cocina y cuidado de niños.
Cincuenta y ocho por ciento de los empleadores
solicita la primera de estas actividades (aseo general
más lavado y planchado); 28% requiere sólo el aseo
general, y 5% lavado y planchado; el 9% restante se
divide entre tareas más específicas como cocina y cui-
dado de niños, aunque estas últimas son cada vez
menos solicitadas a consecuencia de la crisis económi-
ca que también afecta a empleadores.”
Carmen Lloréns Fabrega “Trabajadoras domésticas,
de “La Esperanza” a la reivindicación laboral”.
(recuperado el 1 de octubre 2007). Fragmento.
En busca de empleo
¿Cuál fue el problema o reto que enfrentaron en cada grupo?
Como organización, ¿cuáles han sido sus principales logros?
¿Qué habría sucedido si las afectadas no se hubieran organizado?
Pongan en común sus reflexiones.
En casos como los analizados, la gente toma las riendas de su propio destino y construye
estrategias creativas para mejorar su calidad de vida. Hace uso de su libertad y decide or-
ganizarse para solucionar problemas que afectan la vida comunitaria. Sin embargo, esto
no significa que los habitantes de un país tengan la obligación de resolver por sí mismos
todos sus problemas y que dejen de plantear sus demandas a sus gobernantes. Hacerlo
significaría favorecer la injusticia social y reproducir la desigualdad de oportunidades
que existe en diversas sociedades, como la mexicana.