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II
HISTORIA
Los habitantes de México a fines del periodo colonial
Ubiquen a qué siglo corresponde lo que se describe en cada uno de los textos. Ade-
más del siglo, identifiquen si fue a principios, mediados o a finales.
De acuerdo con lo anterior, escriban en su cuaderno los títulos de cada texto orde-
nados cronológicamente, del más antiguo al más actual.
Delante de cada título, anoten qué ámbito o ámbitos de análisis se aborda en el texto.
Identifiquen cuál de los textos es una fuente primaria, anoten el título en su cuader-
no y escriban por qué.
Escojan uno de los textos, vuélvanlo a leer e identifiquen qué ha cambiado o qué
permanece en la actualidad de lo que se dice en el texto.
A partir de la información del texto "En México vive actualmente la mayor genera-
ción de jóvenes de la historia del país: Conapo", formulen una consecuencia de cor-
to o largo plazo.
Presenten sus trabajos y comenten sus dudas. Concluyan señalando en qué les fue
útil esta actividad.
Manos a la obra
No existe una sola Historia
Cada persona, cada cultura o grupo social interpreta la Historia desde diferente perspec-
tiva y según los valores o creencias que en ese periodo histórico se consideren como
válidos. Lo que pensamos, lo que creemos, cómo vivimos o cómo nos explicamos las
causas y consecuencias de lo que hoy en día vivimos, por lo general, es muy diferente de
lo que se pensaba hace apenas una década, cincuenta años o un siglo. No existe una sola
versión de lo acontecido en el pasado, en este libro encontrarás información variada a
través de fuentes históricas, tanto primarias como secundarias, con las que conocerás
diferentes momentos, situaciones y análisis de la historia nacional, para que tú mismo
formules explicaciones de lo que sucedió en nuestro pasado, tanto lejano como inmedia-
to. En esta sesión trabajarás con algunas de las fuentes primarias y secundarias que
contiene este libro.
SESIÓN 2
La Ciudad de México contaba con
137 000 habitantes. De éstos se cal-
culaba, en aquel entonces, que las
cuatro quintas partes –unas 110 000
personas– pertenecían a la “plebe”,
es decir, a las clases populares […].
Muchos de los integrantes de las
clases populares complementaban
sus ingresos teniendo en sus casas
animales de corral, y algunos afor-
tunados, pequeños huertos o mil-
pas. Toda esa gente vivía amenaza-
da por el hambre y las devastadoras
epidemias que asolaron la ciudad.
La elite de la ciudad estaba formada
por mineros, comerciantes, hacen-
dados, funcionarios, burócratas y
sacerdotes. Casi todos ellos eran
criollos, salvo un diez por ciento
que eran españoles –y que a menu-
do eran los poseedores de los mejo-
res cargos o de las mayores fortu-
nas–
y
uno
que
otro
mestizo
enriquecido.
Toda esta gente, ricos y pobres,
blancos e indios, circulando por las
calles de la ciudad entre grandiosos
conventos e iglesias, imponentes
edificios gubernamentales, suntuo-
sos palacios y modestas –cuando
no miserables– vecindades. Pero
estas calles no sólo servían para la
circulación de personas y de mer-
cancías, eran el centro mismo de la
ciudad social, su espacio privilegia-
do. En ellas, los habitantes de la
ciudad trabajaban, compraban, co-
mían, realizaban ceremonias civiles
y religiosas, se paseaban, se diver-
tían y se embriagaban.
J. Nieto.
Didáctica de la Historia
. México: Santi-
llana, 2001, pp. 184-185.