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SECUENCIA 2
Pestilencia:
Enfermeda-
des que causan una
gran mortandad. En este
caso, se refiere a las
epidemias.
El Espíritu Santo more siempre con Vuestra Majestad y le dé santo fn, amén.
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bispado de México, menor siervo y vasallo de Vuestra Majestad he tomado atrevi-
miento a escribir estos breves renglones, por lo que toca a la salvación de mi alma,
que es el negocio de todos los negocios. Don Martín Enríquez, de buena memoria,
virrey de esta Nueva España, por mi consejo hizo repartimiento de indios para las
minas. Entendí entonces que así convenía para el bien de este reino; mas ahora
remuérdeme mucho la conciencia de haber dado aquel consejo, y no sé cómo repa-
rarlo sino con escribirlo a Vuestra Majestad. Los indios se van acabando a más
andar, con
pestilencia
que casi nunca los deja, y echarlos a las minas y repartirlos
por las labranzas y edifcios, y venderles vino en sus pueblos, poniendo allí estan
-
cia, y pedirles tributos adelantados, es la mayor parte de su aFicción, y que con
ella se vayan consumiendo y acabando. Todos los que gobiernan esta tierra desean
acertar. Con todo esto vemos que este reino se va asolando, y que estos repartimien-
tos, mayormente para las minas, los van apocando. Suplico a Vuestra Majestad lo
mande remediar, que Nuestro Señor no ha de pedir estrecha cuenta si se saca
mucha o poca plata en el reino, si no si se mira por el bien y aumento temporal y
espiritual de estos pobres naturales; y el remedio más efcaz de todos, después del
favor divino, es apartar los indios cuento fuere posible de la comunicación de los
españoles; y las muchas vejaciones que de ellos reciben y ponerlos en corte una
persona que los amparase, tal cual fue el obispo de Chiapa que por lo mandado de
vuestra Majestad lo hizo así muchos años. La riqueza de esta tierra hasta ahora
ha sido la infnita multitud de indios, más que de la plata que se saca, y así como
ellos se van acabando, habrán de quedar estas provincias pobres y desiertas, como
lo están las amplísimas islas de Jamaica, Cuba y la Española; y Vuestra Majes-
tad, acabados ellos, perderá de su corona Real uno de los más felices y mayores
reinos del mundo si con tiempo no se acude con el remedio.
He residido fraile en esta Nueva España más de 33 años, y muchos de ellos he
gastado en leer dentro de mi orden y fuera de las escuelas. Suplico a Vuestra Majes-
tad, que tomando el servicio todo este tiempo, me haga merced de limosna de man-
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soy enfermo y viejo, y que los estudios me tienen consumido, y que ya poco puedo
vivir. Dios Nuestro Señor guarde la católica persona de Vuestra Majestad.
De México, 8 de diciembre de 1588.
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Y LD
Fuente: Mariano Cuevas.
Documentos inéditos del siglo
XVI
para la Historia de México.
México: Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnología/Editorial Porrúa, 1975, pp. 421-422.