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SECUENCIA 3
El Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición y la Compañía de Jesús
también participaron en algunos de los conflictos novohispanos
uniéndose a diferentes corporaciones para defender sus intereses. La
imagen muestra al Palacio del Tribunal del Santo Oficio junto con su
símbolo distintivo.
Durante su estancia
en Nueva España en la
década de 1640, el obispo
de Puebla de los Ángeles,
Juan de Palafox ocupó el
cargo de virrey y, entre
otras acciones, impulsó la
terminación de la catedral
de la ciudad de Puebla. La
conclusión de la Catedral
de la Ciudad de México
fue posterior, pero ambas
son una muestra de la
consolidación del clero
secular novohispano du-
rante este periodo.
Dos de los conflictos más conocidos de Nueva España sucedieron en
1624 y en 1692. El primero se debió a la falta de reconocimiento del
virrey marqués de Gálves de la realidad novohispana, lo que generó
un motín tras el cual el virrey fue retirado de su cargo. Hacia el final
de siglo, en la Ciudad de México hubo un tumulto que incluyó el in-
cendio del palacio virreinal. La carestía de los granos fue la causa de
este descontento popular. La imagen muestra el centro de la ciudad
antes del incendio y un detalle del palacio que aparece en el biombo
Ciudad de México
del siglo
XVII
.
Las
corporaciones
eclesiásticas eran de las más
poderosas de Nueva España. Sin embargo, no siempre
hubo cohesión entre ellas. La decadencia de los
doctrineros de las órdenes religiosas estuvo acompa-
ñada del fortalecimiento del clero secular, es decir, de
los arzobispos, obispos y sacerdotes parroquiales. La
secularización de doctrinas, que consistía en la
conversión de las doctrinas de los pueblos de indios
en parroquias, fue el conflicto interno más intenso
durante el siglo
XVII
.
Por otro lado, se integraron a la vida novohispana
dos instituciones eclesiásticas más: el Tribunal del
Santo Oficio de la Inquisición (1571) y la Compañía
de Jesús (1572). El primero tuvo a su cargo el cuidado
de la fe católica y el comportamiento de los creyen-
tes, salvo de los indígenas. Los jesuitas se dedicaron a
la evangelización en el Norte y en el resto del territo-
rio fundaron colegios en los que prepararon princi-
palmente a los criollos.
Pese a ello, el poder de la Iglesia novohispana se
manifestaba en todos los ámbitos. Era dueña de
tierras, poseía dinero para realizar préstamos y recibía
donaciones de las familias más ricas de Nueva
España. Sus autoridades superiores intervenían en la
política y varios ocuparon el cargo de virrey. Además,
era la encargada de la educación y la salud de la
población, pues administraba colegios y hospitales, y,
sobre todo, poseía la autoridad moral sobre todos los
novohispanos, sin importar su origen étnico. Por ello
fue una de las
corporaciones
más activas y con
mayor influencia en Nueva España.
La existencia de los diversos intereses, el poder de
las
corporaciones
y el sistema de contrapesos
generaron conflictos internos. Algunos virreyes
fueron depuestos de sus cargos porque no supieron
adaptar las órdenes de la Corona a los intereses
locales ni negociar con las
corporaciones
novohispa-
nas. No obstante, en ninguno de los conflictos se dejó
de reconocer la autoridad del monarca español.