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—Eso lo he visto yo en numerosas
ocasiones.
—No me gusta hablar mal de otros
bichitos; pero de todos los inoportunos
del mundo, nadie supera a la codiciosa
Hormiga. Ésta no suplica; quita. Se
abalanza sobre la Cigarra, gigante
inofensiva, para mordisquearle una
pata, o tirarle la punta del ala; se le
trepa a la espalda y le hace cosquillas
en las antenas… Y la gigante bondadosa
termina por cederle el dulce manantial…
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