69
Aprenderás a reconocer la
visión sobre la naturaleza y
la sociedad de los pueblos
prehispÁnicos coahuilenses.
La visión del mundo natural
y social de los pueblos
prehispÁnicos. Mitos y leyendas
La relación de los primeros habitantes
con la naturaleza
¿Alguna vez has pasado la noche mirando las estrellas? Si es así,
habrás pensado en lo extenso que debe ser nuestro estado más
allá de tu localidad. Pues bien, fÍjate que lo mismo le ocurrÍa a
las tribus que habitaron Mesoamérica (y luego a los españoles
que vinieron a lo que hoy es Coahuila de Zaragoza): no sab an
cómo era la región de AridoamÉrica ni quiÉnes la habitaban,
pero a Éstos los llamaron “chichimecas”, que significaba gente
infrahumana y socialmente atrasada. Los españoles se expresaban
as² de ellos: “Seres que de alguna manera pueden ser tenidos
por monstruos de la naturaleza, pues en sus costumbres son tan
diferentes de hombres, cuanto su ingenio es semejante al de los
brutos”.
Sin embargo, estaban en un error, ya que esos “chichimecas”
viv²an de acuerdo con los ciclos naturales, es decir, en armon²a
con lo que les brindaba la naturaleza.
³Qu´ quiere decir esto? Que los cazadores-recolectores eran
permanentes peregrinos. Sus traves²as eran marcadas por
las estaciones del año. Viajaban en un circuito definido por la
disponibilidad de alimentos, y sabemos que cuando la comida
escaseaba buscaban siempre sitios con agua para pasar el
invierno y el inicio de la primavera.
Al iniciarse la floraciÓn y el nacimiento de los frutos de las
plantas que consum²an, reanudaban su camino. Las plantas
representaban la mayor parte de su alimentaciÓn, aunque estos
grupos nÓmadas cazaban todo el tiempo.
Los cazadores-recolectores peregrinaban
en busca de agua.
Mitos y leyendas
Mito chichimeca
Los historiadores registran que
en la Laguna los habitantes
adoraban a las cabezas de ciervo;
les ofrec²an ciertas ceremonias
para curarse de sus enfermedades.
Los sÁbados en la noche sal²an a
hacer fiestas o bailes, en los cuales
acostumbraban sacar la cabeza
de un venado que, con gran
respeto, guardaban en sus casas en
memoria de sus parientes muertos
quienes habµan dado muerte
a aquellos venados. En cierto
momento, los viejos que dirigµan
el baile echaban al fuego unos
pedacitos de los cuernos o huesos
de aquellas cabezas, convenciendo
a los dem¶s de que la llama que
se levantara con m¶s resplandor
en el fuego, al momento que se
quemaban aquellos pedacitos, era
el ¶nima del difunto que venµa a
su llamado para darles la virtud. En
esos bailes acostumbraban dar a
sus hijos polvo de los cuernos de
los venados para proveerlos de
la virtud, fuerza y ligereza de los
venados.