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Maqueta del Fuerte de San Felipe, Bacalar.
Preocupado por la presencia de estos invasores, el
gobernador Figueroa organizó varias expediciones y logró
expulsarlos, pero una vez que los españoles se retiraban
del lugar, los ingleses retornaban a sus actividades
forestales.
En esta misma época Inglaterra y España sostenían una
guerra en Europa, y al llegar a un acuerdo de paz en
1763, España concedió su permiso para que los ingleses
pudieran cortar madera sin ningún impedimento. Esto fue
confirmado en el Tratado de Versalles en 1783, pero en
esta ocasión se daba permiso para cortar madera sólo en la
selva localizada entre el río Belice y el río Hondo.
Con el paso del tiempo, la presencia inglesa se transformó
en una alternativa económica. Bacalar quedó convertido en
un lugar importante para el comercio entre los pueblos de
Yucatán y el puerto de Belice. Los mayas de Peto, Tekax y
Valladolid, entre otros, llevaban diversas mercancías, como
azúcar, gallinas, frutas, cerdos y hamacas. En cambio, los
ingleses llevaban artículos manufacturados como mantas y
telas. Esta actividad comercial produjo mayor riqueza a los
españoles si la comparamos con la pobreza que caracterizó
a las antiguas encomiendas.